martes, 6 de septiembre de 2005

Tampoco es libre la escuela en Palestina



Lazarillo

La que sigue es una pequeña noticia protagonizada por quienes más han sufrido y sufren las consecuencias del conflicto de Oriente Medio. Los niños palestinos, cuyo balance de víctimas sonrojaría hasta más allá de la vergüenza a quienes, allí y en los foros internacionales, deberían favorecer una paz sin intereses partidistas, se han manifestado ayer ante la llamada Puerta de Damasco de Jerusalén.

Su objetivo no era reclamar una concordia que no conocen porque han nacido en un entorno en guerra. Tampoco la posibilidad de habitar unas viviendas dignas y estables que ningún tanque israelí pueda desbaratar a capricho. Ni siquiera la garantía de tener segura la alimentación para el siempre azaroso mañana.

Los muchachos palestinos convocados ayer ante la Puerta de Damasco demandaban libertad de albedrío para sus maestros, ante los impedimentos cursados por las autoridades judías para que los profesores residentes en Cisjordania puedan acudir a Jerusalén Este a impartir sus clases. La razón que propicia esa lacra contra el derecho a la educación no es otra que el Muro de la Ignominia que levanta el ejército israelí y que dejará aislados a 55.000 vecinos residentes en los barrios palestinos de la Ciudad Santa.

La fotografía que nos llega de los niños levantando pequeñas pancartas bajo las palmeras apenas nos permite evaluar el número de manifestantes. Tampoco lo que sus brazos alzados llevan escrito como un compromiso ineludible de realización personal y colectiva por su dignidad y la de su país. El conocimiento de esas palabras ha sido la esencia y el fruto del trabajo de los maestros a los que el Estado ocupante de los territorios palestinos pone trabas.

No debería desconocer ese Estado, por haberlo experimentado en la propia y no muy lejana historia de su pueblo, que una vez puestas de pie las palabras no hay muros que puedan separar el destino de esas voces. Seguirán sonando contra toda mordaza y no se rendirán por mucho que las hostiguen. Antes bien, el hostigamiento las hará más fuertes.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Los niños son un problema para el Estado invasor porque ni matando logran que Palestina deje de crecer en pos de sus derechos.

Anónimo dijo...

vaya panda de demagogoa y victimas de la mayor `propaganda goobelianna ir alli y vereis la realidad. adios expertos en oriente medio

José Cohen dijo...

Por si te interesa, he contestado tu artículo aquí.

Anónimo dijo...

Aunque fuera como dice Cohen, que Palestina da de mamar odio a sus hijos, capaces de sacrificar su vida antes que vivirla en paz y libertad con los suyos, el odio no se genera más que cuando se recibe de quien tiene más poder para imponerlo sobre quien solo puede tener odio para defenderse. No es de progres estar con los más pobres. Sólo es cuestión de conciencia. Me consta que mientras ésta no aflore sobre el odio de las dos comunidades en litigio, los argumentos del odio seguirán siendo razones inútiles para echarse los unos a los otros sin que nada cambie a favor de la paz.

Anónimo dijo...

"No es de progres estar con los más pobres. Sólo es cuestión de conciencia", no he visto ni una critica al respecto a la corrupcion de la ANP y de todo lo que robo Arafat (a sus propios paisanos)--> http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/international/newsid_4002000/4002785.stm

No comparto lo mas minimo tu respuesta al dejar claro que justificas el odio que se materializa en terrorismo.
"...el odio no se genera más que cuando se recibe de quien tiene más poder para imponerlo sobre quien solo puede tener odio para defenderse"

Anónimo dijo...

El anónimo anterior saca conclusiones impertinentes. El terrorismo es injustificable. El odio, no, como él mismo demuestra al razonar imputándole todo el odio al adversario en pugna, algo que éste mismo podrá hacer contra él. Y así seguimos, odio contra odio, cegados por sus mutuas justificaciones.

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