Félix Población
Si no hubiera sido por el pasado viaje del Papa a Colonia y por el obispo argentino Maccarone, que presentó su dimisión inmediata tras descubrirse públicamente sus relaciones homosexuales, es probable que la católica iglesia ya hubiera dado a conocer su normativa respecto al delicado asunto de los seminaristas gays. Se trata de un documento en el que se pondrán en claro las directrices a tomar en relación a los aspirantes al sacerdocio que muestren o demuestren esas inclinaciones.
Un documento de tales características y en las actuales circunstancias, cuando tanta y tan denodada ha sido la oposición de la iglesia de Roma a los matrimonios entre homosexuales, es lógico que despierte las máximas expectativas. Es normal, asimismo, que en el seno de la institución provoque más inquietud de lo acostumbrado ante otro tipo de prescripciones, sobre todo cuando en el ánimo del Vaticano han de pesar casos recientes como el de monseñor Juan Carlos Maccarone y vivencias no tan infrecuentes como las que depara la homosexualidad en los seminarios.
Cuando tan precaria es la predisposición vocacional al sacerdocio, no parece que convenga a Benedicto XVI una redacción desmesuradamente rigurosa sobre el particular. Claro que, por otra parte y ante todo, el pontífice se debe a lo que con tanto celo predica su iglesia. Sin duda le habrá resultado complejo a Ratzinger combinar lo uno con lo otro cuando lo que está en juego es la mano de obra de la institución.
No se sabe, por supuesto, cuál va a ser el grado de retroactividad de la normativa, si la va a tener o si su aplicación competirá al porvenir inmediato. Se desconoce asimismo el método de discernimiento aplicable para indagar y certificar la homosexualidad de los seminaristas. ¿Cabe la posibilidad de que El Vaticano inicie una caza de brujas en todos los seminarios registrados bajo la fe católica? ¿Es ésta una primera medida tendente al saneamiento de la institución al que Benedicto XVI se ha referido en más de una oportunidad?
A la espera de lo que nos pueda deparar la doctrina vaticana al respecto, nada nos extrañaría que la iglesia contribuyera con lo que ya tiene la firma del actual pontífice a su creciente distanciamiento, desde el rechazo o la reprobación, de la realidad biológica del ser humano.
2 comentarios:
No me perdería ese documento por nada del mundo. Estoy convencido de que Ratzinger hará florituras teológicas con el tema. Quiero ese documento ya.
No me perdería ese documento por nada del mundo. Estoy convencido de que Ratzinger hará florituras teológicas con el tema. Quiero ese documento ya.
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