Celestina Tenerías
Nuestro admirado rey Juan Carlos I, sobre el que la historia ha proclamado reiteradamente su aureola de monarca demócrata y constitucional, se ha ha visto impelido a interrumpir su solaz vacacional por obligación y devoción al anciano rey Fahd de Arabia Saudita, recientemente fallecido, a cuyos funerales asistirá no sólo como jefe de Estado sino en calidad de amigo. Toda la Europa de la libertad y civilidad se ha hecho lenguas sobre los méritos póstumos de Fahd, representante ejemplar de las más despótica autarquía en un país sobradamente reconocido por sus desigualdades sociales y viejas prácticas contrarias a los derechos humanos. Todo eso y más, entre lo que destaca a título de anécdota los treinta mil euros diarios dilapidados en putas y champán cada año que acudía a Marbella, que hoy lo llora como hijo adoptivo,lo refleja en Rebelión el artículo firmado por Pascual Serrano acerca de tan feudal arquetipo.
1 comentario:
Debería Bush imponer la democracia a sus amigos saudíes con una invasión en toda regla bajo el título, como en Irak, de Libertad Duradera.
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