lunes, 15 de agosto de 2005

Los conductores ruidosos gozan de impunidad

Félix Población

El notable incremento de las sanciones por negligencias, excesos de velocidad y otros malos hábitos propios de la conducción temeraria es una medida que España ha de celebrar. Todo aquello que pueda contribuir a la reducción de los accidentes automovilísticos, que tantas vidas cuestan en las fechas que corren, ha de ser encajado por nuestra sociedad como un apoyo al civilizado uso del vehículo. Así es probable que quienes entienden la carretera como pista de competición o el tránsito urbano como la ley del más fuerte o el más osado, reparen en que su prepotencia e insolidaridad les puede doler en el bolsillo.

Una de las infracciones que le van a costar caro a los automovilistas que cometan esa imprudencia será la del uso del teléfono móvil o cualquier otro tipo de conexión aplicada a la oreja mientras estén al volante. La distracción en el manejo del vehículo que eso comporta, y que hasta ahora no era raro advertir en nuestras calles, se merecía una sanción más rigurosa.

Lo que personalmente no entiendo, en esa línea de falta de concentración que presupone reducir la capacidad de audición al volante, es la impunidad con la que siguen gozando los jóvenes automovilistas -esa edad de permanente y más reconocido riesgo-, proclives a la utilización de la música o similar a tope en el interior de sus vehículos, como si trataran de contagiarnos de estruendo.

Si mantener una conversación a través de un teléfono portátil comporta un riesgo de distracción evidente en el conductor, los rabiosos decibelios de una música por lo general compulsiva pueden dar como resultado una conducción no sólo privada de oído para el correcto tránsito -como consecuencia del aturdimiento-, sino inclinada a la pendencia y al desafío chulesco, tal como todos hemos podido comprobar y soportar más de una vez.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La contaminación acústica puede ser en este caso atentatoria contra la integridad física de los demás conductores. Dejarla sin sanción es inadmisible.

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