viernes, 22 de julio de 2005

Londres 2 : Bajo el terror psicológico

Félix Población

Dos semanas después de la matanza que costó más de medio centenar de víctimas mortales y un total de 700 heridos, la capital británica ha vuelto a vivir la psicosis del terror. Eso parece que con preciso y amedrentador cálculo los miserables artífices de las nuevas explosiones, dispuestas también en varios itinerarios de los transportes públicos, han pretendido transmitir a la población y al gobierno. A no ser que, por algún tipo de error, la suerte o la impericia de los terroristas hayan querido que los artefactos no llegaran a explosionar.

El primer ministro británico ha sido muy certero a la hora de valorar la primera impresión. A la mano criminal le ha bastado, bien porque no haya podido, bien porque espere otra oportunidad para armarla con más espanto y llenar otra vez de muerte las calles londinenses, amagar el golpe para hacer saber a las autoridades y a la ciudadanía del Reino Unido que sigue allí y que en cualquier momento se puede cernir con el pavoroso rigor de la masacre sobre los más débiles. Como mecanismo psicológico de influencia para imbuir miedo en la sociedad, ésa hasta podría ser una táctica ciertamente preocupante por sus posibilidades efectivas.

Con el sangriento precedente del 7 de julio, toda incidencia terrorista en el área de aquella nación, por leves que sean sus consecuencias como las de ayer, incrementará en la ciudadanía una aprensiva sensación de inseguridad y miedo que podría repercutir en el modélico sistema de libertades británico. Eso lo saben muy bien las oscuras fuerzas que pretenden dinamitar no sólo aquél sino acaso todo nuestro modelo occidental y democrático de convivencia.

El señor alcalde de Londres, Ken Livingstone, según certificó con palabras bien claras hace unos días días, tras la atroz matanza vivida por su ciudad, ha tenido el valor de discernir entre las manipulaciones del ruido informativo y expresar en voz alta una de las razones fundamentales de esa amenazadora barbarie fundamentalista cebada por occidente: está en Irak, con el ejército británico como invasor y testigo de una barbarie cotidiana desde hace más de dos años, a la que aquí no se presta ningún minuto de silencio.

Ante estas nuevas y adversas circunstancias cabe preguntarse, con el escritor británico Ian McEwan en un reciente artículo, ¿cuánto poder debemos conceder al Leviatán, cuánta libertad nos pedirán que cedamos a cambio de nuestra seguridad?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Difícil situación la de Blair. Con sólo centrarse en la capital británica, los terrorista pueden sumir al país en la zozobra. Por poco organizados que estén.

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