Félix Población
Cuando el juez Garzón decidió procesar al general Augusto Pinochet mientras éste se encontraba en Inglaterra, todos recordamos la imagen del anciano desvalido en una silla de ruedas. Aquella representación casaba de modo oportunista con el escaqueo de la justicia propiciado por la diplomacia en detrimento del derecho (*). Fue llegar a Chile y erguirse marcial y remozado para recibir en el mismo aeropuerto los parabienes de sus adeptos.
De entonces a hoy han pasado algunos años y el militar golpista no ha abandonado su estrategia de enfermo ocasional con los tribunales. Cada vez que ha de comparecer en la vista de un proceso, el general se desmaya, sufre algún tipo de alteración fisiológica, es internado en un centro médico y se suspende el asunto hasta la próxima oportunidad.
Esta vez Augusto Pinochet se hallaba en vísperas de que se le retirasen sus fueros como ex gobernante por la conocida como Operación Colombo, donde se encubrió la desaparición de 119 opositores a la dictadura dos años después del golpe de Estado contra el presidente Allende.
Los accidentes vasculares del anciano general se han venido repitiendo con tal asiduidad a lo largo de estos años que, aun reconociendo su avanzada edad -a punto de cumplir noventa años-, tal reiteración es digna de la máxima sospecha. Me temo que no asistiremos nunca a la sentencia testimonial que condene sus crímenes y coloque su nombre en el historial de la ignominia. Pasito a pasito, entre desmayo y desmayo, sus sagaces abogados van a conseguir que se vaya de rositas. También puede pasar que le salve la muerte, mas no la del poeta Pablo Neruda:
Quiero estar en la muerte con los pobres
que no tuvieron tiempo de estudiarla,
mientras los apaleaban los que tienen
el cielo dividido y arreglado.
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(*) Baltasar Garzón analiza este episodio en su excelente libro Un mundo sin miedo. Edit. Plaza Janés, España, 2005.
6 comentarios:
Aprovecho la oportunidad de la cita del libro de Garzón para decir que ese libro, criticado por algunos periodistas por su estilo literario, es merecedor de la personalidad de su autor, un hombre muy digno en la España actual.
La justicia llega tarde para algunos. Entre esos está el general Pinocho. Todas estas vueltas y revueltas con los tribunales son pura teoría democrática. Vienen a decir: miren, todo llega, nosotros tratamos de aplicar la justicia, pero el caso es que no hay manera. Y no la habrá. Y si no, al tiempo.
¿Será lo que pasa con Pinocho un modelo para lo que ocurra en Argentina con sus dictadores y torturadores"
Ya está bueno el general. ¡Menudo camelo!
El viejo va a resistir porque tiene que escuchar su sentencia.
A mí también me pareció muy bueno el libro de Garzón. También me gustaría saber qué piensa de lo que ha ocurrido en Argentina. ¿Parará lo mismo que con Pinocho?
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