miércoles, 8 de junio de 2005

Breviario:
La madre de Beslán

La madre de Beslán

Lazarillo

Hace ahora cien años, el escritor Máximo Gorki recreaba en La madre con alentadora crudeza los sucesos ocurridos en la fábrica de Sornovo que presagiaban la oleada revolucionaria en Rusia. Entre aquella madre y la de Beslán sólo hay tiempo. Un siglo las separa y, sin embargo, esa mirada de dolor y de rabia que ensombrece el rostro hasta más allá del grito, clama por un mismo sentir. Las madres de Beslán están más dispuestas a creer al único reo cautivo y sobreviviente de la matanza de sus inocentes (330) que al propio Estado. Algo ocurrió en la escuela de sus hijos que desató la masacre. Falta luz para aclarar ese indicio. ¿Qué hizo imposible una negociación que según se ha sabido ahora podría haber dejado en libertad a centenares de víctimas? Las madres de Beslán, como la de Gorki, piden justicia en un país que huele a podrido. A la mirada de esa madre, acerada en la ira, que soporta en sus brazos como un muñeco desmadejado el fruto silenciado de palabra, caricias y risas de su vientre, no la callarán con cuentos. Ante el asedio de esos ojos, el zar Putin no ha tenido más remedio que reforzar las medidas de seguridad en Osetia del Norte. Queremos la voz de esas madres. ¿O sigue valiendo la de Gorki?

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Eso ya no es dolor, es odio, ppero del que se encarna y crece hasta matar y matarnos.

Anónimo dijo...

¿Y no se puede recurrir en estos casos a observadores internacionales para certificar la pulcritud de la justicia? Me gustaría saber la opinión de nuestro añorado y siempre honesto juez Garzón.

Anónimo dijo...

Por lejano que parezca este conflicto, los medios de información deberían concederle mayor atención. Su hipocresía es evidente. ¡La que se montó en su día cuando la masacre y lo poco que nos llega ahora que se busca la culpabilidad del suceso!

Anónimo dijo...

Si el fracaso de una país se mide por la mala calidad de su educación, qué se puede esperar de un gobierno que no es capaz de velar, preservar, proteger y negociar incluso con el diablo cuando está en juego la vida de centenares de escolares. Me temo que en Osetia del Norte se optó por demonizar a lo bestia al terrorismo checheno a costa de esa gran atrocidad.

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