miércoles, 8 de junio de 2005

Bolivia: La infancia errabunda y explotada y la dimisión de Mesa

Félix Población

La paz es obra de la justicia.
Isaías

Acosado por las protestas populares el presidente Mesa ha tenido que dimitir. Eso, frente a otros acosos como los de la miseria y su hartazgo, apenas tiene mérito. Llevábamos varias semanas observando por televisión las marchas y protestas de los campesinos y obreros por las calles de La Paz, con el sombrero calado, el poncho ungido sobre sus fatigas y el paso calzado en el largo silencio de su andadura. ¡Cuánta humanidad avasallada en esos rostros de dulce y honesta reciedumbre andina ante los que es irremediable conmoverse!

Como siempre que la miseria clama en los países más pobres de América, temíamos que lo pertinaz y enconado de la protesta acabara en una dura represión. Pero algo debe de estar cambiando en aquel querido continente nuestro para que las armas no acallen violentamente la razón de los más necesitados. Sólo hace falta que ese halagüeño síntoma de comportamiento de mínima tolerancia encuentre reconducción en la vida política. Que quienes representan a los ciudadanos contraigan el compromiso ético, moral y cívico que eso comporta para guiar al país hacia una más justa y equitativa convivencia.

Lo reclama desde las calles, las plazas, los parques y avenidas bolivianas esa ingente y creciente muchedumbre de niños abandonados a la aciaga suerte de la indigencia, la droga o el delito. La ya vieja costumbre de su emplazamiento en los callejeros urbanos ha hecho que la inicial conmiseración de sus conciudadanos derivase hoy hacia el fastidio o la aprensión. La solución no está, por supuesto, en adscribir a esa infancia errabunda a la explotación laboral que sufre en el país casi un millón de niños y adolescentes. ¿Qué dignidad le cabe a una clase política inepta para erradicar esas lacras?

Sólo cuando exista un proyecto de acción que proponga y asegure, sin demagogia vocinglera ni populismo barato, soluciones para enmendar tales estigmas, podrá Bolivia sentir un atisbo de expectativas para confiar en un futuro más libre y más justo. Vaya esta sincera y modestísima glosa con el deseo de que esa proyección se abra y fructifique.

El primer capítulo de esos nuevos y anhelados episodios puede que haya sido ya escrito por la ciudadanía, capaz de alterar una situación política por enésima vez frustrante con su masiva reprobación pública. El renovado aliento liberador del entorno iberoamericano actual quizá lo permita. ¡Qué menos cabe esperar de la tierra que dio a la civilización y a la historia a Simón Bolívar!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es en estos casos cuando se impone el pensamiento bolivariano de unidad entres las naciones latinoamericanas. Antes de que pueda darse un conflicto civil en Bolivia o en cualquier otro país de la comunidad iberoamericana, los organismo internacionales que los agrupan han de intervenir para favorecer la concordia.

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