domingo, 15 de mayo de 2005

Günter Grass: La libertad no es una ganancia en Bolsa

Lazarillo

El pasado domingo, en el suplemento semanal de “El País”, el prestigioso escritor alemán Günter Grass (Danzig, 1927), autor entre otras magníficas novelas de “El rodaballo” y “El tambor de hojalata”, publicó un extenso e interesante artículo con motivo del sexagésimo aniversario del final del nazismo tras la segunda guerra mundial: “Alemania, 60 años después de Hitler”. A Grass, que fue escultor y picapedrero y aún oficia de dibujante y grabador, lo califica el sistema operativo dominante en esta pútrida atmósfera neo como “romántico social”. Dicho término resulta honrosamente calificativo, incluso procediendo del ámbito de todas las deshonras -la del lenguaje la primera -, que lo usa con el desprecio de la ignorancia.

Este discreto Lazarillo, obligado a resumir lo más esencial de lo expuesto, no se resiste a mostrar el último fragmento del escrito, en el que Grass, tras analizar el fracaso de la reunificación alemana, señala el riesgo de que la democracia parlamentaria pueda convertirse, si no empieza a serlo ya, en una filial de la Bolsa. Quien fuera Premio Nobel de Literatura en 1999 exhorta a los demócratas convencidos, caso de que subsistan y el propio régimen de libertades les dé valor, a una oposición soberana, crítica y tenaz contra poder del capital, “para el que el ser humano es sólo un material que se produce y consume”.

“Los alemanes nos hemos enfrentado una y otra vez con esa vergüenza heredada y, cuando titubeábamos, tuvimos que hacerlo de todos modos. A lo largo de generaciones se ha mantenido despierto el recuerdo del sufrimiento que infligimos a otros y a nosotros mismos. A menudo hemos tenido que forzarnos para ello. En comparación con otros pueblos, culpables de otras vergüenzas -me refiero a Japón, Turquía, las antiguas potencias coloniales-, no nos hemos sacudido la carga de nuestro pasado, que ha seguido siendo parte de nuestra historia como desafío permanente. Sólo cabe esperar que estemos a la altura del peligro actual de ese nuevo totalitarismo que defiende la última ideología que queda en el mundo.

Como demócratas convencidos, debemos oponernos soberanamente al poder del capital, para el que el ser humano es sólo un material que se produce y consume. Quien contabilice equivocadamente la libertad regalada como ganancia en Bolsa, no habrá comprendido lo que, año tras año, nos enseña el 8 de mayo”.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Leí el artículo y lo conservo. Algún día puede que sea cierto lo que Grass anuncia. Sólo hace falta mirar el cocimiento de la política en USA, todo un ejemplo para la sociedad occidental. Quienes representan a los votantes son sólo unos hombre de negocios haciendo demagogia en el mejor de los casos.

Anónimo dijo...

Hace unos años, en un café de Munich, noto que la mayoría de los parroquianos están escuchando atentamente la TV y han dejado incluso de comer. Grass está en la pantalla, hablando con un entrevistador. Deduzco que ha muerto o que es el protagonista de están algo muy grave. Le pregunto a mi acompañante alemán, que también está más pendiente de la TV que de su comida y de mi compañía y me responde: "Grass está hablando del ser humano."
Nunca un escritor español habría conseguido esa atención fascinada... y aún no sé si fallan los escritores o el público.

Anónimo dijo...

Me consta la devoción alemana por Grass, a pesar del despectivo tratamiento que las órbitas de poder le otorgan. ¡Ojalá nuestra opinión pública pudiera rendir en España el mismo respeto a las opiniones de un intelectual!

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