martes, 17 de mayo de 2005

En amistoso disenso, desde la vieja Castilla a la Cataluña tripartita

Félix Población

Querido Jacint: Respondo a tu carta, incluida como comentario al artículo suscrito por este Diario del Aire en torno a Las verdades de Rodríguez Ibarra, publicado el pasado día 7. Si a ti te sorprendió lo que en el mismo se expone, debo confesarte que también a mí me extrañó un poco tu carta. Quizá tanto tú como yo, en tierras distantes y distintas, nos hemos dejado llevar por la presión de nuestro respectivo entorno. Ni el de Cataluña favorece ahora -me temo- la cohesión con el resto de España, ni el de aquí simpatiza con lo que nos llega de tu tierra. Supongo que ese peso ambiental nos influye, queramos o no.

Me parece que tan desproporcionadas son o más ciertas actitudes del nacionalismo catalán en el poder, que supongo no hace falta recordarte, como las manifestaciones de Rodríguez Ibarra. Si unas y otras se suceden es porque algo, ajeno al país de países que queremos conformar en convivencia, está queriendo ser forzado, bien sea a través de la financiación autonómica, los estatutos, la imposición de lenguas o culturas o la arribada de ERC al poder y su pacto coactivo con el PSC.

Si tú calificas como grito de guerra la opinión del presidente de Extremadura, creo que no eres consciente de que esa palabra, guerra, ni por asomo debe figurar en el lenguaje de un demócrata, mucho menos como recordación del deplorable caso serbio. Esto sólo es entendible y rechazable desde una pugna que no ha de existir, por más que pretendan fabricarla, entre las tierras de España. Más que nada porque el antecedente clave de ese concepto se llama ETA, organización a la que flaco favor deben las nacionalidades del Estado. Porque lo que podría ser una opción entendible y aceptable desde la libertad de las ideas, el independentismo, ha sido descalificada por la violencia despiadada de esa organización, a la que también cabe imputar el entendimiento errado que del nacionalismo tiene buena parte del común de los ciudadanos.

Admirador rendido de las culturas de España, como bien sabes, nunca comprendí el nacionalismo, mucho menos el que fomenta su raigambre o pedigrí en un sentimiento marcadamente antiespañol, como si para ganar en méritos hubiera que oponerse al Estado central. De eso hay mucho en el País Vasco, con graves consecuencias para quienes no lo han compartido ni comparten, aunque parece que las cosas han vuelto a la coherencia tras las últimas elecciones autonómicas y el democrático varapalo al fraudulento Plan Ibarreche.

Ya sé que Cataluña es otra cosa. El diálogo os califica y prestigia, pero no es ése el sentimiento que como Comunidad irradia tu país desde los Medios. Aquí el ciudadano corriente y menos maleable, sin prejuicios anticatalanistas imbuidos u obcecaciones nacional-españolistas regresivas, piensa que tu muy querida tierra está a la caza de la pela -digo euro- y que con el euro en casa, bien o mal administrado por vuestra Generalidad, todo es negociable, incluso a la baja de vuestras apetencias identitarias.

Pero lo malo, amigo mío, es que si ahí vais a tener un AVE que dices será lento y peligroso, aquí nos dejan sin trenes y Cataluña queda a la distancia de medio día por ferrocarril. Nada digamos de las autopistas: en los último cinco años hemos conseguido por fin cuarenta o cincuenta kilómetros en toda una provincia hasta entonces virgen. Para qué hablarte del campo despoblado, los pueblos vacíos, la nulidad inversora, los proyectos frustrados, la población envejecida y el PIB tan mal repartido por el gobierno regional que ese 13.651 per cápita, frente al 16.840 vuestro, es pura filfa porque provincias como Zamora, Soria o Salamanca están a la altura de Extremadura (9.599), si no peor. Con razón dices que se aglomera la gente de toda España en vuestros hospitales por sus buenos servicios: aquí hay ciudades como Benavente que carecen de un centro sanitario de esas características.

Ésta es la Castilla desde la que te hablo, querido amigo, muy similar en parvos recursos a la limítrofe Comunidad del señor Rodríguez Ibarra. Mientras haya territorios depauperados y otros muy por encima de esa situación, es comprensible que los primeros se sientan agraviados por aquellos que teniendo más piden más, por mucho y reconocible que sea su esfuerzo solidario. Si dices que en veinte años Cataluña ha sufrido un colapso económico, no creo que todas las culpas sean achacables al gobierno del Estado. Alguna responsabilidad ha de tocarle al que presidió los destinos de tu país durante más tiempo y mantuvo estrechos consensos con los gobiernos centrales, aun siendo de distinto signo.

Sabedor de que nuestros distintos puntos de vista no harán si no ahondar la amistad que nos profesamos, y que siempre celebraremos los versos de nuestras respectivas lenguas en la armonía de nuestra mutua escucha, pues para eso está la palabra, te mando un fuerte abrazo.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

He vivido en Cataluña y he vivido en otras comunidades autónomas, y siempre he confirmado que entre el discurso tremendista de los políticos autonómicos y la realidad social hay una sima que sólo los periodistas se empeñan en acortar tomando por realidad lo que sólo es histrionismo de nuestros próceres.
Luego, algunos paisanos de a pie, energúmenos sin seso y sin personalidad, odian lo que desconocen porque se toman en serio las artimañas negociadoras de los políticos. Y ya tenemos excusa para hablar del peligro de desmembración de España.
En España es tradición que se odien los pueblos vecinos, separados por unos kilómetros, es nuestra tendencia cainita fomentada por la inercia y la ignorancia:no deberíamos colocar el altavoz para ese tipo de manifestaciones.
Lazarillo, un abrazo de una enamorada de Cataluña que es manchega que vive en Aragón.

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...

Te decía, y repito porque se me fue el santo en el anterior comentario, que es cierto que los Medios crían estados insidiosos de opinión por lo general falsa en relación con los "eventos consuetidinarios" de cada comunidad o pueblo. Pero qué quieres que te diga, los Ibarreches y Carod me están hartando un poco, y eso que quien te habla fue un adelantado en la querencia, estudio y difusión de las culturas nacionales cuando esto era inédito en España. La imposición de lenguas y culturas no cabe venga de quien venga. Celebro que seas de la manchega llanura aunque residas en tierras mañas. A ver si un día celebramos este encuentro en el aire con unos tragos de Cariñena. Salud y força.

Anónimo dijo...

Ibarra es un populista con bastante demagogia y Carod Rovira habla el mismo lenguaje en catalán. Lo que hace falta es que los políticos no encorajinen a los fanáticos de uno y otro bando, que los hay.

Anónimo dijo...

Un dato en relación con las autonomías de primera y la vieja Castilla: el presupesto de mantenimiento de la catedral de Vitoria equivale al triple del destinado a rehabilitación en las once catedrales juntas de Castilla y León. No es broma.

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