martes, 19 de abril de 2005

El fallecido tenía la voz entera

Félix Población

Ocurrió en Málaga hace una semana. La noticia obtuvo su relevancia en los medios porque para eso están los siempre llamativos titulares de la tragedia doméstica. Mueven al interés morboso y amontonan audiencia en torno a la gacetilla. Un contribuyente de cincuenta y tantos años con una enfermedad pulmonar crónica, habitante solitario de su domicilio como tres millones y pico más de ciudadanos españoles, se sintió repentinamente indispuesto y echó mano del 061. Había sufrido un desvanecimiento a las 20,36 horas y solicitó la pertinente asistencia médica. Repitió esa misma llamada, se supone que con una angustia incrementada por la creciente gravedad de su caso y el desolador sentimiento de olvido, a las 21,32 y a las 23,49. En la última hacía constar que su móvil se estaba quedando sin batería y que quizá no podría insistir en su petición de socorro.

Cuando la ambulancia se presentó en casa del enfermo al día siguiente –eran ya las 0,15 horas-, la única competencia que le cupo al facultativo fue confirmar la muerte del desatendido paciente. Éste, al parecer, había hablado con la voz tan entera a través del teléfono que su interlocutor no sospechó que la llamada fuera una urgencia vital.

Tal argumento, aun sin intención de excusa, mueve a patética guasa. En cuanto a la fatal ineptitud y falta de diligencia del servicio sanitario, culpables de hacer caso omiso a un agonizante durante cuatro horas, denuncian por sí mismas las carencias de un sistema de salud que dista mucho del que se merecería la tantas veces proclamada y no materializada sociedad de bienestar. Puede que la soledad del fallecido que tenía la voz entera nos represente más de lo que creemos en esta sociedad nuestra.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Así van las cosas de la sanidad, las politiquen como en Leganés o se nos mueren los enfermos como en Málaga. Y mientras los políticos se dan caña con estatutos y otras gaitas que a la mayoría nos importan un higo,

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