Félix Población
Como no pocos de sus fieles, soy de los que piensa que Juan Pablo II debió retirarse del solio pontificio mucho antes de inmolar su decadencia física a la aldea global. En ese sentido sigo creyendo que el nunc dimittis de su testamento espiritual, mediado el año 2000, expresaba esa humana y comprensible intención, propia de una persona ya seriamente enferma.
Su continuidad al frente de la iglesia de Roma a lo largo de todo un lustro, pregonada como un holocausto de entrega a la institución, contó con una ferviente feligresía proclive a la muy católica estimación y admiración del sacrificio. Esos cinco años de obstinada prórroga, sabiamente gobernados desde la curia vaticana mediante un intensivo despliegue mediático, le han valido a Wojtyla un meritorio pasaporte hacia la santidad y a la institución una decisiva credencial para la línea continuista y conservadora, refrendada ahora con la elección de Joseph Ratzinger.
Es de temer, aunque no se descarten del todo las sorpresas, que el papado del Benedicto XVI se inscriba en los derroteros del miedo que lo han gestado y sobre cuya mentalidad se expresaba no hace mucho el teólogo Leonardo Boff, silenciado precisamente por el cardenal alemán, según recordaba ayer Lazarillo: Lo que se da en Roma, sobre todo en la curia -dijo-, es miedo. Miedo a los laicos, mucho miedo a las mujeres, miedo a los pobres, miedo al pensamiento crítico y libre, miedo a que otras religiones puedan crecer más que el cristianismo. La misión de la iglesia sería, según Boff y la adscripción teológica que defiende, hacer del capital ético y espiritual de la fe, bíblicamente opuesta al miedo, una fuerza movilizadora contra la opresión y un motivo de liberación.
La pronta fumata blanca del pasado martes en el Vaticano no augura esos propósitos. Un nuevo Papa europeo podría hacer creer, por otra parte, que a la católica iglesia le preocupa la desmovilización vocacional que sufre la institución en el continente. No conseguirá paliarla, sin embargo, si se empecina en proseguir su misión contra natura y a la zaga de la vida.
3 comentarios:
Lo más probable no es que Ratzinger fomente vocaciones en Europa, ya muy decrecidas, sino que Benedicto XVI, dado su carácter,propicie con su actitud conservadora un cisma similar a los que se dieron en el pasado en la Iglesia. Lo vamos a empezar a vislumbrar antes de lo que creeemos, me temo.
Verdaderamente no comparto lo que tú dices. Me considero católico practicante y me gustaría declarar un par de cosas.
1.- que ya no es Ratzinger, el férreo teólogo que otrora cuidaba de la ortodoxia más rigurosa, sino Benedicto, un Papa, lo que implica (según la creencia católica) que el Espíritu Santo está con él ayudándole, lo cual debería dejarte más tranquilo, en el caso de que tuvieras interés por el futuro de la Iglesia.
2.- Los que creen en la Iglesia lo harán pese a todo, y los que no lo hacen, no lo harán pase lo que pase. Pero parece que el que salga este cardenal les da la razón para quejarse. Allá ellos.
Para cualquier consulta/respuesta, alvaropmr@hotmail.com
Gracias
La iglesia catolica, la unica fundada desde sus inicios por Jesucristo, lleva 2008 años luchando con comentarios como los tuyos. Agradecido estoy con Dios por haberme llamado a la verdad, a la Cruz. Dice la palabra que "el que escandalice a uno de estos pequeñuelos, mas le vale que se marre uan piedra grande al cuello y se arroje al mar". Pero tranquilo que Dios no se complace con la muerte del pecador, sino con que este se arrepienta, se convierta y viva.
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