miércoles, 23 de marzo de 2005

Logros y errores de Interior

Félix Población

Un país tan sensibilizado y sufrido como el nuestro por la incidencia del terrorismo debería felicitarse por la actuación del Ministerio del Interior en los últimos meses. La labor del señor Alonso al frente de su departamento se puede calificar a estas alturas de notable por la diligencia y éxito de las operaciones policiales desarrolladas. Tanto el oscuro activismo de tendencia islamista como el etarra, cuya deseable extinción aún puede sorprendernos por su rabia final, han sufrido las consecuencias del rigor y la efectividad sin triunfalismos con que Interior ha desempeñado y expuesto su meritorio trabajo. Ese proceder denota inteligencia y cautela ante una misión que más que ninguna otra nunca ha de confiarse a la vanagloria. La entidad del fenómeno a combatir así lo aconseja.
Donde no ha llegado ni siquiera al aprobado el señor Alonso es en esa otra área adscrita a su cartera que cada Semana Santa depara al país una estadística estremecedora. Una sola muerte más en las carreteras con relación al año precedente es de por sí un indicador inequívoco de fracaso. Máxime si para prevenir la accidentalidad en ruta se ha invertido presupuesto en la confianza de haber acertado con el diseño y los fines de la campaña de sensibilización. Ni las consignas luminosas, ni los coches camuflados de la benemérita, ni las amedrentadoras imágenes publicitarias han conseguido rebajar esta vez el recuento de víctimas mortales.
Sin embargo, como cada año por estas fechas, una vez más se han repetido las causas fundamentales de los siniestros: velocidad excesiva y falta de uso del cinturón de seguridad. Visto que ni la una ni la otra son tomadas en serio por quienes se juegan la vida vulnerando las normas establecidas, compete a la Administración una mayor severidad en la aplicación de medidas y sanciones que eviten tanto derroche de conducción acelerada y negligencia. O sea, de tanta muerte.

1 comentario:

Lazarillo dijo...

Donde hay que meter mano es en prevenir sobre todo las grandes velocidades en los coches de gran cilindrada. Vender esos coches es como vender tabaco en un hospital, al menos tal como salen a circular hoy en día, sin nada que los limite, como no sea alguna que otra sanción de la guardia civil que "estaba allí" casi por casualidad.

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