lunes, 14 de marzo de 2005

De Couso a Giuliana

Félix Población

Doy casi por supuesto que el inadmisible y extraño incidente como consecuencia del cual se ametralla al vehículo de la periodista italiana Giuliana Sgrena durante veinte segundos no será aclarado en la vida. La buena voluntad de los gobiernos amigos de Italia y USA para dilucidarlo suena a pura filfa diplomática. Facundia mediática a la postre con la que rendir tributo al agente Calipari, víctima de un solo y mortal disparo en la sien al proteger a la reportera de Il Manifesto del inusitado ataque.

En España lo sabemos muy bien con el caso pendiente del cámara de Tele 5 José Couso, sin remontarnos a los de Ricardo Ortega, el corresponsal de Antena 3 asesinado en Haití y al del fotógrafo Juancho Rodríguez, años antes en El Salvador. Las fatales irregularidades achacables al ejército norteamericano contra los profesionales de la información durante la invasión de Irak han sido de las más cruentas en la historia de los conflictos bélicos, sobre todo si se considera el corto tiempo de conquista requerido esta vez. Juzgadas a posteriori, sin que de momento sepamos del rigor de la justicia con sus culpables, tal parece que, si la guerra se basó en falaces y arbitrarios argumentos, a la Prensa había que atarla en corto para que la información de uso contara con los pertinentes filtros de confianza.

Esa página de ignominia contra el periodismo libre ha tenido sus efectos, junto con los derivados de las extorsiones y secuestros cometidos por parte de la resistencia. En lo que respecta a España, ningún canal de televisión ofrece diariamente información propia desde Irak. Resulta un tanto extraña esa carencia cuando el país es un foco permanente de noticias, no sólo por su mortífera densidad sino por las circunstancias históricas, políticas, sociales y religiosas que subyacen en el fondo de un conflicto estimulado y emprendido -como es de obligada mención reiterar- por desbocados afanes imperialistas.

España no tiene voces ni cámaras profesionales para contar esa larga posguerra, única en la historia de la humanidad en la que se montó por la fuerza una consulta electoral. Las versiones que nos llegan proceden de agencias vinculadas con la órbita mediática del país dominador. Algo más que muerte y desolación ha de ocurrir allí para que la insurgencia sobreviva con tales arrebatos de violencia y el futuro siga siendo tan aventurado para una población que sufre el acoso de la muerte a varias bandas. Irak no es sólo una dura y simple crónica de sucesos. Quizá Giuliana sepa algo más y nos lo quiera decir a pesar de todo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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