miércoles, 3 de noviembre de 2004

La extrema derecha y el Partido Popular (con motivo de la presentación de Alternativa Española)

Félix Población

Semanas antes del inicio congresual del Partido Popular, sus rectores decidieron contratar para el gabinete de imagen de la casa a una empresa privada. Esto sentó muy mal a quienes habían desempeñado esa función desde la militancia y se entregaron con pundonor a su tarea en las últimas y más adversas coyunturas. A la política, como a la sociedad, podrá vestirla la apariencia, pero no la nutre ni espolea, a menos que por dentro haya un proyecto lleno de contenido, con solidez y coherencia, capaz de renovarse y comprometerse con una visión de porvenir.

Al Partido Popular lo han acicalado con una fresca mano de pintura naranja y un eslogan desafortunado. Si para quienes tanto se les llena la boca con la palabra España -cuyo concepto manejamos sin complejo cuantos nos sentimos vinculados por una historia común-, España es sólo una ilusión, imagen formada en la mente de una cosa inexistente tomada como real (María Moliner), muy inconsistente parece su futuro en la estimación de los populares, por mucha unidad que le echen.

No es unidad, sin embargo, lo que se ha desprendido del reciente congreso del PP. Antes al contrario, da la impresión de que tras la marcha de Aznar y su comparecencia honorífica en la presidencia del partido, don Mariano es incapaz de mantener la fidelidad al dedo del patrón, con su cohorte de aduladores vasallos, y dar vuelo a la corriente más sensata e inteligente encabezada por el alcalde de Madrid. La armonía entre el pasado aznarí, empecinado en no reconocer sus errores, y la rectificación en el rumbo, promovida por el señor Ruiz-Gallardón en su discurso de apertura, es empeño arduo, si no imposible.

Se me antoja poco concordante, a menos que todo se sacrifique al final por temor a la debacle disgregadora, que quepan en la misma casa el resentimiento, la soberbia, la cerrazón y la bambolla de don José María y sus adeptos -los Michavila, Acebes, Trillo y Zaplana- y la inteligencia, discreción, tolerancia y hasta galanura de don Rodrigo Rato y Ruiz-Gallardón. Evidencias han sobrado para probarlo en los discursos de unos y otros.
El señor Rato, ausente del congreso por imposiciones de su cargo al frente del Fondo Monetario Internacional, se limitó a invocar en su mensaje el porvenir antes que el pasado, y don Alberto llamó la atención respecto a la necesidad de buscar el centro perdido, reformista e integrador, y volver a sintonizar con la sociedad española.

Frente a esa sintonía y a ese espíritu de convivencia, los señores Acebes y Zaplana hicieron de sus alocuciones una sarta de despropósitos en defensa del ex presidente Aznar, como si en lugar de articular ideas para cohesionar su partido se hubieran propuesto acumular infundios e injurias contra el PSOE. Su verbo enrabietado más parecía insertarse en el estilo de una destemplada moción de censura a sus adversarios que en los cauces constructivos obligados por la convocatoria. Don Eduardo hizo aflorar una vez más sus brillantes facultades en la renovación de sus críticas, tachando a los socialistas de corruptos y despilfarradores, mientras que el menguado don Ángel, en su celo por no irle a la zaga a su ex presi con aquella invectiva del partido del odio, no tuvo empacho ni vergüenza en acusar a Zapatero de auspiciar el escenario que desembocó en la guerra civil.

Ni más destemplanza ni mayores dislates se pueden acumular en el inicio de la que puede ser una larga travesía por el desierto del Partido Popular. Si en la sede central los antagonismos se palpan textualmente, según testimonian las voces y los conceptos, si las crisis no parecen atajarse en la periferia y si tenemos en cuenta que por la derecha arrancará el día 23, con gran aparato escénico, un nuevo partido llamado Alternativa Española, puede que los más conservadores encuentren acomodo. Acaso así su sintonía con Busch, en el lamentable y me temo que catastrófico supuesto de que sea elegido, sea más estrecha. No hay que desentonar con el imperio americano. Gracias al gran negocio de los retrógrados que lo gobiernan crece hoy el mundo en inseguridad y espanto.

P.S.- No rememore don Ángel Acebes nuestra dolorosa guerra de 1936. Mucho menos para utilizarla como recriminación injuriosa. Aquello pasó hace mucho tiempo y paz y no insidia debemos a todas sus víctimas. Los niños que mueren en Irak cada día, y se nos desangran en los telediarios delante de los ojos, sí tienen un culpable probado y algunos cómplices.

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