lunes, 1 de noviembre de 2004

La enfermedad de Arafat

Félix Población

El que antecede a estas líneas ha sido en los últimos días, desde el internamiento en un hospital militar de París de Yaser Arafat, un titular recurrente en la prensa internacional. Sin embargo, de lo que menos se ha informado en las páginas de los periódicos ha sido de la enfermedad del presidente de la Autoridad Nacional Palestina.

Al día de hoy, transcurrido un plazo que se nos antoja suficiente para emitir un diagnóstico médico, no se sabe a ciencia cierta qué mal específico daña gravemente al anciano rais. Descartados los rumores sobre la posibilidad de que Arafat padeciera leucemia o algún otro tipo de cáncer, la hipótesis más verosímil indica que se trata de una enfermedad relacionada con un extraño virus que afecta a la sangre del líder de la OLP.

El laconismo y la reserva son tales en las autoridades sanitarias del centro hospitalario de Percy que los propios datos sobre el estado de salud del enfermo, cuya extrema gravedad parece notoria, no son todo lo concluyentes que cabría esperar. De ahí que, según el carácter de las fuentes consultadas, varias sean las presunciones sobre los cálculos de agonía o sobrevivencia. Se hablado de estado crítico, coma profundo, muerte cerebral e incluso de una cierta estabilidad que no excluye atisbos de consciencia por parte del paciente.

Lo cierto es que, ante la precaria información filtrada en torno a las causas por las que Yaser Arafat está a punto de fallecer en París, los rumores acerca de un posible envenenamiento del rais han ido cobrando fuerza en las últimas horas. Esa teoría, que llegó a ser estimada en un primer momento por los mismos médicos franceses de Percy, ha agitado las mezquitas de Gaza en la voz de algunos de sus imanes. También dos periódicos, uno próximo al gobierno palestino, Al Hayat al Jadida, y otro saudí, Al Watan, la han estampado en sus portadas hasta el punto de obligar al propio Ariel Sharon a desmentirla, pues sólo a Israel se le imputa la alevosía.

Para situar en su contexto histórico y político la hipótesis de que Yaser Arafat haya podio ser envenenado por el servicio secreto judío conviene recordar la puntual, sucesiva y drástica eliminación en los últimos meses de varios dirigentes destacados de la resistencia palestina. La más elemental prudencia política aconsejaba que la figura de Arafat, con todo la representatividad y carisma que encarna para su pueblo, no fuera abatible a golpe de misil por las indudables, gravísimas y acaso irreparables consecuencias que se desprenderían del suceso.

Desde el mes de diciembre de 2.001, tras el fracaso de la cumbre de Camp David entre Arafat y Barak propiciada por Clinton el año anterior, y en la que Israel consideró innegociable la entrega de la zona este de Jerusalén como futura capital del estado palestino, el líder de la OLP ha vivido en arresto domiciliario. Acusado por Ariel Sharon de la oleada de atentados suicidas contra objetivos judíos que siguió a la frustración de la cumbre, la oficina de Arafat en Ramala sufrió una serie de violentos ataques armados por parte del ejército israelí. Ni entonces, con serio riesgo para su vida, ni en varias otras circunstancias atentatorias más a lo largo de su existencia, pudo el estado israelí desembarazarse del adalid palestino.

Los últimos años del anciano líder de la OLP han estado marcados por ese despiadado arresto que ha reducido la sobrevivencia del rais a las más elementales condiciones de habitabilidad. Ocupaba un edificio medio derribado, carecía de agua y luz, estaba cercado por la milicia judía y su delicado estado de salud requería una asistencia que los médicos de París echaron en falta nada más revisarle en el hospital de Percy. Añádase a eso la pérdida de su protagonismo negociador en estimación de la administración Bush y las sucesivas crisis vividas en la ANP a lo largo de este último año.

En esas circunstancias se podría pensar que la presencia de Yaser Arafat, no sólo como emblemático símbolo de resistencia para su nación sino como político influyente dentro de la Autoridad Nacional Palestina, resultaba molesta para no sólo una de las partes. Por eso es muy probable que la hipótesis del envenenamiento no pase del acallado rumor en letra pequeña, aunque quizá, muy a posteriori, se revele como materia de crucial hallazgo en el periodismo de investigación forjador de sonados best seller.

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