lunes, 21 de abril de 2008

ECUADOR Y LOS DERECHOS DE LA NATURALEZA: SOMOS AGUA QUE RESPIRA


Félix Población
Con la victoria del ex obispo don Fernando Lugo en las elecciones celebradas ayer en Paraguay, América del Sur da un paso más hacia un porvenir conjunto de progreso en equidad y justicia. Me entero de la noticia después de haber leído dos textos sumamente estimulantes en relación con ese futuro. El primero lo suscribe el escritor Eduardo Galeano en la revista Brecha bajo el título La naturaleza no es muda. Recoge el segundo unas declaraciones de mi muy estimado Andrés Rábago, más conocido por El Roto, al que a su sobresaliente capacidad crítica como dibujante hay que añadir una perspicacia no menor cuando se expresa de palabra, como es el caso.

Celebra Galeano en su artículo que después de soportar durante más de un cuarto de siglo que la empresa petrolera Texaco vomitara veneno sobre las tierras, ríos y gentes ecuatorianas, el gobierno de don Rafael Correa esté discutiendo una nueva Constitución en la que se van a reconocer por primera vez los derechos de la Naturaleza. Tratada como objeto de propiedad y nunca como sujeto de derecho, dice el escritor uruguayo, sólo se la ha considerado hasta ahora como fuente de recursos naturales y buenos negocios.

Lo más llamativo de esta novedosa iniciativa es su arraigo en la tradición indígena. Al comprometerse el Estado a reconocer y garantizar el derecho a mantener y regenerar los ciclos vitales naturales, la Asamblea Constituyente de Ecuador identifica sus objetivos de renacimiento nacional, según Galeano, con el ideal de vida de sumak kausai. Eso significa, en lengua quichua, vida armoniosa, afirma el escritor: armonía entre nosotros y armonía con la naturaleza, que nos engendra, nos alimenta y nos abriga y que tiene vida propia, y valores propios, más allá de nosotros.

Ya que somos en un noventa por ciento agua, señala Rábago en la entrevista a la que me refiero, bien se puede afirmar que somos agua que respira. Por eso, sostiene El Roto, es tan irracional la forma que tenemos de comportarnos con la naturaleza de la que formamos parte: Estamos constituidos por la luz, por la tierra, por el agua, que son los tres elementos que forman nuestro cuerpo. El comportamiento que tenemos con el agua, con la tierra, con lo que nos constituye, con aquello de lo que estamos construidos a nivel material, es de una brutalidad y una ceguera tremenda. Es una falta de respeto total hacia nosotros mismos.

Leo que también en la nueva Constitución de Bolivia, que se va a proponer en referéndum en los próximos días, hay una serie de artículos correspondientes a su título II enfocados de modo similar al de la ecuatoriana y que parten del respeto a lo que somos y a esa vida armoniosa de la que formamos parte.

Hubo un tiempo, recuerda Galeano, en que la adoración de la naturaleza fue considerado un pecado de idolatría. Los conquistadores de América erradicaron esa querencia de la tradición indígena. Pero como por encima de cualquier dogma somos agua que respira, la naturaleza empieza a respirar en las constituciones para darnos así el mejor y más justo de los cauces. El aliento de la vida se consagra en los manantiales.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

SOMOS AGUA QUE RESPIRA Y REBROTA.

Anónimo dijo...

Sin desperdicio.

Anónimo dijo...

vaya cosas se hacen ahora para ganar un poco de dinero, pero no se si alguien tendrá tan poco cerebro, de pagar 106 euros por una hamburguesa. Para el gusto de mucha gente(la mayoria)prefieren comprar una en el "burguer" que en un restaurante, porque suena ridiculo decirle a alguien:"comí una hamburguesa en un restaurante", y para colmo añadir:"pagué
por ella 106 euros".

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