Lazarillo
Desde que ganó las elecciones a la Comunidad de Madrid en 2003 gracias a un tamayazo nunca aclarado, doña Esperanza Aguirre se ha caracterizado por no disimular su ambición política. Sin aquella oscura victoria, luego refrendada con manifiesta holgura en la siguiente convocatoria electoral, es muy probable que a la presidenta no se le hubiera despertado el apetito desordenado de poder. Para que así fuera ha tenido que contar, además, con un líder tornadizo e inestable en su partido, doblemente derrotado en las urnas, y una claque mediática pertinaz en jalear la avidez trepante de la que viene haciendo gala.
Ayer dispuso la lideresa de todo un programa de televisión en la hora de máxima audiencia, 59 segundos, al que acudió porque su protagonismo en las actuales circunstancias se debe precisamente a la posibilidad de que la señora Aguirre sea una alternativa a la candidatura de don Mariano Rajoy en el próximo congreso del PP. Las últimas declaraciones de éste en Elche (si alguien se quiere ir al partido liberal o al conservador, que se vaya), fueron interpretadas como una invitación a la presidenta de la Comunidad de Madrid para que tomara ese camino. Doña Espe, por su parte, no ha dejado hasta ahora de jugar a la ambigüedad, motivando no poco recelo y hasta indignación en algunos sectores de su partido.
Esa misma actitud equívoca y confusa, sustentada en un metafórico y manido lenguaje de naipes, es la que mantuvo ayer ante las cámaras delante de un grupo de periodistas, sin que ni éstos ni los espectadores sacaran nada en claro acerca de la clave que motivó la presencia de la señora Aguirre en el plató. Concluido el programa, de largo formato y en prime time, los televidentes podrían haber reducido el interés de lo expuesto acerca del apoyo de la lideresa a don Mariano en el próximo congreso en un sí pero que deja en evidencia no sólo la credibilidad de doña Espe sino la actual solvencia de un Partido Popular al que le salen aspirantes de esa laya para encabezarlo.
La señora Aguirre dio ayer una lección magistral de cinismo y superficialidad argumental que debería bastar para que quienes puedan apoyarla en el PP reconsideren si la presidenta de Madrid se lo merece. Sin reparar en lo fatuo de su presencia en La Primera para decir lo dicho, me parece que una mentalidad con tan bajos registros de perspicacia política no debería liderar nunca un partido que aspira al Gobierno de España.
Desde que ganó las elecciones a la Comunidad de Madrid en 2003 gracias a un tamayazo nunca aclarado, doña Esperanza Aguirre se ha caracterizado por no disimular su ambición política. Sin aquella oscura victoria, luego refrendada con manifiesta holgura en la siguiente convocatoria electoral, es muy probable que a la presidenta no se le hubiera despertado el apetito desordenado de poder. Para que así fuera ha tenido que contar, además, con un líder tornadizo e inestable en su partido, doblemente derrotado en las urnas, y una claque mediática pertinaz en jalear la avidez trepante de la que viene haciendo gala.
Ayer dispuso la lideresa de todo un programa de televisión en la hora de máxima audiencia, 59 segundos, al que acudió porque su protagonismo en las actuales circunstancias se debe precisamente a la posibilidad de que la señora Aguirre sea una alternativa a la candidatura de don Mariano Rajoy en el próximo congreso del PP. Las últimas declaraciones de éste en Elche (si alguien se quiere ir al partido liberal o al conservador, que se vaya), fueron interpretadas como una invitación a la presidenta de la Comunidad de Madrid para que tomara ese camino. Doña Espe, por su parte, no ha dejado hasta ahora de jugar a la ambigüedad, motivando no poco recelo y hasta indignación en algunos sectores de su partido.
Esa misma actitud equívoca y confusa, sustentada en un metafórico y manido lenguaje de naipes, es la que mantuvo ayer ante las cámaras delante de un grupo de periodistas, sin que ni éstos ni los espectadores sacaran nada en claro acerca de la clave que motivó la presencia de la señora Aguirre en el plató. Concluido el programa, de largo formato y en prime time, los televidentes podrían haber reducido el interés de lo expuesto acerca del apoyo de la lideresa a don Mariano en el próximo congreso en un sí pero que deja en evidencia no sólo la credibilidad de doña Espe sino la actual solvencia de un Partido Popular al que le salen aspirantes de esa laya para encabezarlo.
La señora Aguirre dio ayer una lección magistral de cinismo y superficialidad argumental que debería bastar para que quienes puedan apoyarla en el PP reconsideren si la presidenta de Madrid se lo merece. Sin reparar en lo fatuo de su presencia en La Primera para decir lo dicho, me parece que una mentalidad con tan bajos registros de perspicacia política no debería liderar nunca un partido que aspira al Gobierno de España.
Doña Espe no es creíble. Ayer en La Primera, delante de toda España, dio un paso en falso más en esa línea. Es lo que tiene la falsía de una conducta cuyos antecedentes se remontan a la primera derrota electoral del señor Rajoy. Fue entonces cuando empezó a creerse que para ir de la Puerta del Sol a La Moncloa le bastaría hacerse fuerte en Madrid y que algunos medios de información le trabajasen el camino.
Pero eso no basta. Es más, yo diría que resulta de todo punto insuficiente.
RedDIARIO
Esperanza Aguirre debe callarse de una vez. (Manuel Fraga).
Pero eso no basta. Es más, yo diría que resulta de todo punto insuficiente.
RedDIARIO
Esperanza Aguirre debe callarse de una vez. (Manuel Fraga).
1 comentario:
La cris del PP la solventará un tapado, pero mucho me temo que no será en el congreso que viene sino más tarde. Son muy reacios a rectificar y se les puede partir el partido.
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