domingo, 29 de mayo de 2005

Homenaje a los maestros republicanos: ¿Por qué tan tarde?

Félix Población

Mi maestro se llamaba don José y no sé si sufrió represalias por su pensamiento, pero tenía el estómago roto y la frente inclinada. Cada vez que nos dibujaba en el encerado con su modélica bastardilla la consigna patriótica de la tarde, don José apuraba un sorbo de bicarbonato para facilitar la digestión, acidulada quizá por los efectos de aquellas arengas de tiza. De don José guardo tan buen recuerdo como el que puede sembrar haber aprendido las letras y los números de la mano de su afecto y paciencia.

Ahora, 65 años después de aquella amarga paz represora y sin clemencia del 39, el PSOE y la UGT, con una diligencia en el desagravio ciertamente retardataria, se han acordado de los maestros republicanos, una de las profesiones más duramente represaliadas por el franquismo. La recordación y el homenaje llegan tan tarde que el número de sobrevivientes es exiguo y los que se mantienen con vida apenas pueden reconocer la justicia de esa memoria.

El magisterio republicano español afrontó durante el corto período de duración de la Segunda República la más intensa campaña en horizonte y fruto que jamás se diera en la historia del país. El endémico y alto porcentaje de analfabetismo entre la población fue rectificado con un denuedo y entusiasmo tales que la tasa se redujo considerablemente. Lo que Joaquín Costa y el regeneracionismo habían sostenido desde el siglo anterior, aquel apotegma elemental para el desarrollo de las clases más desfavorecidas consistente en dar Escuela y Despensa, encontró entre los profesores republicanos un seguimiento vocacional masivo en lo que les concernía.

También a las promociones de maestros gestadas durante la Segunda República las identificaba y cualificaba una preparación académica y profesional magníficas, apreciables incluso tras la brutal derrota de su utopía, durante la posguerra y el franquismo, cuando muchos de ellos -los más afortunados- hubieron de ejercer su oficio en condiciones harto penosas de confinamiento, destierro o libertad vigilada.

Vaya con estas líneas mi personal homenaje a don José Suárez, presente en lo que soy y en cuanto aprendo y amo a través de la palabra.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Un homenaje tan tardío quizá fuera mejor no haberlo hecho, demuestra lo poco que a la política y a los sindicatos, incluso a los más sensibilizados, les importa la educación y la cultura.

Anónimo dijo...

Me adhiero plenamente al homenaje y al lamento por la tardanza, yo también conocí a uno de esos maestros represaliados que malvivía dando clases particulares ya que había cometido el "delito" de prestarse a escribir las cartas de los jornaleros analfabetos.
Mis respetos a D. Pedro y a todos los maestros.

Anónimo dijo...

Hubiera sido más justo que estos homenajes fueran verificados en vida de los muchos maestros que se nos fueron en estos veintitantos años de democracia. Gracias por esas líneas que reprochan ese retraso y reconocen en un maestro querido a tantos otros. Yo soy nieta de uno de ellos.

Anónimo dijo...

Me uno con devoción al homenaje a estos admirables maestros que,en la guerra y la posguerra, supieron paliar la brutal y falaz situacion con su vocacional dedicacion y muy especialmente a uno de ellos, mi padre y maestro, que supo transmitirme con su bonhomia, un importante bagaje de respeto, serenidad, confianza, gusto por saber. Gracias a cuantos honran su memoria.

Anónimo dijo...

Que ellos vivan mucho tiempo entre nosotros.

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