viernes, 5 de diciembre de 2025

ESPAÑA MUERTA: CECILIA TENDRÍA HOY 77 AÑOS


Valentín Martín

Ayer fue el día de la discapacidad, nada que celebrar. Mi discapacidad viene de lejos porque no recordaba yo el cambio de nombre de Eva a Cecilia, como digo en el libro de Eirene Editorial "Cuando canta la poesía". Tuvo que ser Consuelo Altable quien me refrescase la memoria escondida en los pliegues del tiempo. Cuando Eva decidió quedarse en España quiso ser Eva y no pudo. El nombre estaba registrado y ella misma eligió ser Cecilia por una canción de Simon and Garfunkel que le fascinaba.

Cecilia fue la primera cantapoeta que hizo mella en mi vida. Hija de una cultura anglosajona empezó cantando en inglés, y derivó hasta sus propios poemas una vez que se enamoró del hermoso vigor de la música folclórica de nuestro país. Antes de que Rafa y Moncho emprendieran la aventura de cantar a los poetas, Cecilia desechó modas e incorporó la poesía al pentagrama. Pero su propia poesía.
Y fue una víctima más de Fraga, destrozadas sus letras por la censura. Tengo que agradecer a Ricardo Galán y a Beatriz Jimeno Sicilia que recuperasen esa "España muerta" en la función "Las tres muertes de Lola". Porque aunque esa canción fue prohibida tal y como la escribió Cecilia, está la grabación de cuando la cantó en el Festival de Mallorca en 1975. Por ejemplo. Luego la censura entró a saco y no tuvo que cambiar una sola palabra, sino versos enteros. El hacha demoledora de Fraga no descansaba nunca. Y hay una cierta ironía en la lucha contra el fundador de un partido político que mañana nos gobernará: los pierres (pillastres) que habían cambiado el chato de vino con farinato por el primer sabor de un irish coffee junto a las catapoetas que querían empezar una vida sin fronteras, lo hacían en la acera de enfrente del despacho del todopoderoso señor que controlaba el país las 24 horas del día. Digo 24 horas y digo bien, porque Fraga vivía en el propio ministerio, donde trabajaba para él una plantilla de periodistas dividida en tres turnos. Y a veces, cuando le entraban ganas de hacer pis, se ponía la bata encima del pijama, se metía en el ascensor, y se presentaba en el despacho a ver si los suyos estaban a lo acordado o jugando al mus. A las 4 de la mañana seguía despierta la "España negra".

(Y yo me estremezco al pensar que aquella Eva-Cecilia cantapoeta tendría hoy 77 años si no se hubiera cruzado de madrugada un carro en la carretera).

DdA, XXI/6188

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