Félix Maraña
Carmen Yáñez y Luis Sepúlveda (1949-2020) son
como un duplicado de vida. Nacieron en Chile, lucharon contra la dictadura de
Pinochet, que los maltrató y expulsó de la heredad al exilio, compartieron amor
y lejanías, se divorciaron, para volverse a casar y rellenar el estadillo de
las circunstancias de una vida plena. Ambos han sido escritores, uno de los
motivos de vida y unión, por encima de lo ideológico.
Todo fue venturoso, hasta la muerte de
Sepúlveda, motivada por el Covid, en la ciudad de Gijón un día de 2020. A
Carmen, el deceso del ser querido le llenó de oscuridad, que ahora convierte en
luz con la publicación de un libro, “Un amor fuera del tiempo” (Eragin
Ediciones, 2025). Pero ni la muerte, el exilio y la cárcel pudo interrumpir el
amor, que ahora retrata la viuda.
Carmen nos dice que conoció y trató a Lucho Sepúlveda, joven, como ella, universitario y militante comunista en el Chile de 1975, llevando su lucha por el desarrollo de sus gentes desde la universidad a los poblados, en programas de alfabetización. Se casaron (“experiencia maravillosa”), y tuvieron un hijo. El gobierno encarceló a Carmen, estando presa en la tristemente famosa Villa Grimaldi. Con el exilio de Naciones Unidas, en 1976, Carmen logró salir de Chile, con destino al país de acogida, Suecia. Muy cerca vivía en Alemania el padre de su hijo, ya para entonces famoso escritor en toda Europa. Carmen había tenido otro matrimonio en Suecia (“muy mala experiencia”), donde aprendió el idioma, y enhebró la relación con Lucho, que hablaba alemán. Ambos querían recuperar el tiempo perdido, el idioma, el horizonte. “Lucho tenía excelentes valores humanos –nos confirma Carmen–, y la relación con él sería de nuevo fantástica. Pronto decidimos volver a vivir juntos, y en 1996 nos instalamos, por decisión de ambos marido en Gijón”.
La muerte que separa
Cuando ambos iban en ambulancia hacia la UCI
en Oviedo ninguno de los dos pensaba estar en el hospital más de cuatro días.
Pero una neumonía sobrevenida llevó al poeta a la tumba. “Es curioso, pero me
resultó difícil asimilar que aquel poeta que era Lucho, de pronto, se había
convertido en Europa en un escritor famoso. Pero el amor y la comprensión, que
nunca se interrumpió, hizo el resto”, nos dice ahora Carmen Yáñez, quien
corrige como puede su duelo y su nostalgia cuidando la obra de su amor y alentando
el conocimiento también de su experiencia vital.
Sepúlveda se dio a conocer en Europa por una novela, “Un viejo que leía novelas de amor” (1989), pero su obra va más allá, tanto en la narrativa como el periodismo. Recientemente tuvimos noticia de su libro de poemas “Disparos al aire” (Hiperión, 2023), prologado por Alejandro Céspedes, en el que apreciamos los ecos de unos antecedentes líricos que prenden en su primera juventud, al amparo de ecos de su compatriota Pablo de Rokha, a quien trató y conoció en su Chile natal. De algún modo esta familia sigue inspirándose en Pablo de Rokha y su esposa , pues una de sus sobrinas, Cecilia Winétt (“Estuario de la nostalgia”, 2024), ha tomado como apellido el nombre de la mujer del primero, también importante poeta en el Chille del siglo XX. Esos ecos de ideología y pensamiento rebelde se mantuvieron en la vida y obra de Sepúlveda, quien, después de recorrer media Europa como refugiado político, recaló en Gijón, en donde tuvo especial protagonismo en la actividad cultural de la ciudad asturiana.
La unión de dos continentes
La historia que dibuja la vida de este
escritor tiene de este modo por escenarios dos mares, dos orillas, dos
continentes, dos mujeres en una y un solo amor. Bien es verdad que es un amor
compartido con la pasión y vivencia de la literatura y la lucha por la libertad.
Hay como un respiro oceánico en la pareja que forman Carmen Yáñez y Luis
Sepúlveda, y viceversa. Es la historia resumida de dos vidas, fundidas y
confundidas, de dos matrimonios entre sí, de dos culturas en una misma cultura
e idioma: la chilena, la castellana, de constante mirada universal.
Carmen Yáñez hace ahora en este libro
memorial de notaria de un tiempo, una vida, dos vidas, conjugadas por y en el
amor, que merecieron dos oportunidades y, para colmo de notarías, dos bodas.
Los unía a buen seguro mucho más que los documentos legales, como prueba el
relato que ahora nos ofrece Carmen, cuando ya Lucho está al otro lado del
tiempo. Así, nos ayuda a recuperar la vida y milagros de un ciudadano, exiliado
permanente, huido y perseguido por causa de la justicia, que tuvo en su vida el
noble oficio de escribir para relatar, imaginar e intentar cambiar el mundo
conjugando verbos, imágenes y experiencia vital.
Sepúlveda, después de haber vivido experiencias muy traumáticas: golpe de Estado de Pinochet, cárcel y terror, también como militante de la lucha revolucionaria en Nicaragua por un tiempo, inicio del peregrinaje del exilio, llegando a recalar en Gijón, ciudad que se convirtió en tierra de promisión. Algo así como un pequeño paraíso, al lado de la mujer que amaba, y donde encontró la felicidad de los instantes, aunque aquí también recibió el remate de la muerte.
Un amor fuera del tiempo
“Un amor fuera del tiempo” –que lleva un
prólogo de quien esto escribe y un testimonio de lectura de Bernardo Atxaga– es
un testimonio de vida, ofrecido por una mujer que, además de escritora tuvo la
suerte de vivir los avatares públicos y privados de un hombre que murió cuando
todavía llevaba dentro una gavilla de ilusiones. “Pelusa”, el nombre de afecto
con el que trataba a Carmen, va más allá de dar cuenta de hechos y vivencias de
su marido escritor, y relata con cierto tono de humor las vicisitudes de ese
caminar conjunto, a pesar de la distancia que supusieron esas dos décadas entre
su primer y segundo matrimonio.
Carmen y Lucho se trataban de usted en la
intimidad. Así lo aprendieron de sus mayores. Lo suyo fue un pacto de vida, de
un amor de “fuegos y sabores”, como dice el poema “Pacto post-matrimonial”. En
ese acuerdo está el cuidado de la memoria del amor difunto, el aliento y
alimento del fuego que fue. Carmen se encarga de promover las ediciones de la
obra de Lucho, así como cursos y conferencias particularmente en Italia, donde
el novelista sigue teniendo muchos lectores. En ese país ha salido ahora un
nuevo libro de poemas, “un libro duro”, nos dice Carmen, traducido al italiano.
Así se conforma una memoria que n deja de ser la “prórroga del futuro a la vez
que fijación del pasado”, donde hubo vida y mucha vida. La muerte no estaba en
el programa.
EL CORREO VASCO
No hay comentarios:
Publicar un comentario