Félix Población
Hablando el otro día de la resignificación (resignación) del Valle de Cuelgamuros (antes Valle los Caídos durante muchos años), o sea, de darle un nuevo significado en relación con el contexto de nuestra actual realidad histórica, señalaba Lazarillo que no estaba de acuerdo con ese proyecto acordado por el actual gobierno, que se dice progresista y aprobó una nueva Ley de Memoria Democrática. En concreto, no estaba de acuerdo con que la gran cruz de la cristiandad, la abadía y la orden religiosa que la habita permanecieran en ese lugar, pues fueron medidas acordadas por el dictador en connivencia con la iglesia católica, que mostró su apoyo a favor de los sublevados durante la Guerra Civil y fue cómplice del régimen instituido después de la victoria proclamada el 1 de abril de 1939. La resignificación, por lo tanto, mantiene privilegios concedidos por el régimen que en ningún caso debe ser exaltado, tal como como determina la Ley de Memoria Democrática. Si a eso unimos la intención del proyecto de resaltar los valores naturales y paisajísticos del valle, pareciera que con la resignificación se le pretende dar en fondo y forma, con su centro de interpretación correspondiente, carácter de emplazamiento con proyección turística, acaso con el propósito de unirlo como visita en un mismo viaje al vecino monasterio de El Escorial por parte de las agencias correspondientes. Ya en éstas, cabría la posibilidad de que gracias al privilegio franquista manteniendo a los monjes benedictinos alojados en el lugar y siendo estos administradores de su hospedería, pudieran beneficiarse de la rentabilidad que les procuraría un Valle de Cuelgamuros turísticamente resignificado.
DdA, XXI/6167

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