En su polémico tuit de agosto, el religioso se hizo dos preguntas: “¿Dónde está la reciprocidad negada de los moritos con los cristianos que asesinan en nuestras iglesias dentro de sus territorios? ¿Ponernos estupendos citando textos civiles o eclesiales para que nos sigan matando?”. "Decir moro era como decir musulmán. Nada despectivo, hiriente o insultante. Véase el desarrollo del uso popular y nuestro refranero. Y “moritos”, como españolitos o asturianinos, no deja de ser un apelativo cariñoso. ¿Dónde está el problema?", justificaba Sanz Montes en una carta pastoral previa a la misa en Covadonga
Félix Maraña
Los moritos y el mosén
con hábito franciscano,
y de pensamiento insano,
habla para meter miedo,
obviando a la vez su credo,
a todos los emigrantes,
a quienes llama mangantes
desde su sede cristiana.
Carece de gracia humana,
de amor a sus semejantes.
Y remata su refrito,
su desprecio al extranjero,
su discurso de altanero,
llamando al moro morito,
lo que sin duda es delito,
porque invita al linchamiento.
Merece procesamiento,
por su sesgo criminal,
y una condena papal,
y una cárcel con tormento.
Un fascista en Covadonga,
un remedo de Pelayo,
allá que le parta un rayo,
que la santina disponga
y el Vaticano deponga
de su cargo al obispito.
Que le quiten paga y rito
y le manden a la mina.
Allí donde se confina
y se oscurezca un poquito.
A ver si se difumina,
y sale cocido o frito,
porque a mí me importa un pito,
y así no más denomina,
respetando su doctrina,
a las personas moritos,
como a las moscas, mosquitos.
Y a ver si la fiscalía
denuncia la su homilía
y le cierra los morritos.
Es tal el su repelús
que además de franciscano,
tiene un anillo en la mano
y por nombre el de Jesús.
Sidrina, por los menús,
compangu para el almuerzo,
tiene alma de mastuerzo
y corazón alquilado.
Nunca estuvo enamorado
ni trabajó con esfuerzo.
DdA, XXI/6097
1 comentario:
Cómo siempre excelente Félix Maraña.
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