jueves, 21 de agosto de 2025

NI FIGAREDO NI SANZ MONTES NOS REPRESENTAN



Armando Nosti

Figaredo es, por derecho propio, el hazmerreir del Parlamento, sus ridículas intervenciones le hacen presa fácil de la Vicepresidenta Montero, que no lo toma muy en serio. Cómo al Piyayo, “a chufla lo toma la gente” y él, con aire intelectualoide, mete la pata hablando sin saber de qué habla. Decir que quién cobra el salario mínimo paga el 54% de impuestos, o que los socialistas dan un trato especial a sus sobrinos, habiendo primos, tíos, novios, cuñados, hermanos, tuvo que decir sobrinos, parecía insuperable, pero se supera al decir en una entrevista, refiriéndose a la propuesta de VOX para Jumilla, que "estos señores pueden hacer en un polideportivo municipal, coger y ponerse a matar ahí cientos de corderos" (sic). Más gorda no entra al prau, se decía. Sin embargo, en sus redes sociales aplauden estos disparates, lo que hace pensar que decir barbaridades puede ser intencionado para dar a los suyos lo que quieren oír. No veo a Figaredo capaz de urdir semejante trama, pero sí como tonto útil para llevarla a cabo haciéndole creer que es un padre de la patria.
Sanz Montes, como no podía ser de otra manera, también opina del tema Jumilla, llama “moritos” a los musulmanes y les recrimina no condenar asesinatos de cristianos en sus territorios. A veces pienso que este hombre, o no cree en dios o desconoce la doctrina católica, porque si creyera y conociera la doctrina, sabría que camina bordeando el infierno. Puede que se agarre a aquello de, arrepentidos los quiere dios, pero cuidado, que hay muertes repentinas e igual no le da tiempo a confesarse. Moros son los del Magreb, y mal que bien, en los países del Magreb hay una cierta tolerancia religiosa, con iglesias y celebraciones cristianas, en Marruecos incluso hay catedral y celebran procesiones. Le da igual, este hombre es la voz de VOX y no duda en apoyar su causa aunque tenga que contradecir a la Conferencia Episcopal y a otros obispos que condenan el acuerdo de Jumilla, según Abascal, por la pederastia y el dinero que reciben.
Ni Figaredo ni Sanz Montes representan a la Asturias abierta y acogedora que ha sido siempre, son meros accidentes en una tierra que acaba de acoger a diez críos que por fin pueden mirar al futuro con esperanza. Figaredo y Montes son efímeros, tienen fecha de caducidad, y cuando sean solo un mal recuerdo, los asturianos seguiremos teniendo los brazos abiertos.

LA NUEVA ESPAÑA

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