El panorama mediático en estas tierras de lo que se ha dado en llamar contra natura Castilla-León es mucho más proclive al Partido Popular, en general, que el que se aprecia en el resto del país, incluso en aquellas comunidades -Asturias, por ejemplo- en las que no gobierna ese partido. (Las portadas de tres diarios de hoy lo demuestran). Casi cuarenta años de gestión por parte de los mismos han servido para crear una disponibilidad mediática a su servicio que en ocasiones roza lo servil y nos recuerda, a quienes tenemos edad y condición profesional, los medios públicos y privados del viejo régimen. Es el caso del Diario de León, que, cuando aún humean los rescoldos del fuego en una provincia que ha sufrido el mayor desastre medio-ambiental de su historia -con 23 jornadas de infierno que se suman a los desastres de Ávila y Zamora años atrás-, en lugar de prestar atención a la no menos desastrosa comparecencia por obligatoriedad del presidente Mañueco en las Cortes de Castilla y León-, recurre al titular que glosa la predisposición y diligencia del gobierno autonómico en tomar medidas para reconstruir lo perdido. Viene a decir ese periódico que aunque los daños han sido cuantiosos, ya ven qué gobierno más eficiente tenemos que ya está en la tarea de reparar lo perdido en los diez pueblos más afectados por las llamas. Así quiere Mañueco a los medios, como el Diario de León o la mismísima televisión RTVCYL que, según leo en el diario Público, contraprogramó la comparecencia del presidente autonómico con una corrida taurina, al objeto de evitar a los telespectadores el conocimiento en directo del propio discurso del presidente y los de la oposición. No cabe mayor burla a la ciudadanía de la comunidad que gobierna el Partido Popular desde hace casi cuatro décadas. Cinco víctimas mortales, pueblos en llamas y 170.000 hectáreas quemadas y la televisión privada (RTVCYL) de Castilla y León, a la que el gobierno autonómico obsequia con 22 millones de euros, silencia la comparecencia en directo del máximo responsable de una lamentable gestión de la catástrofe.
DdA, XXI/6088
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