Lazarillo
Paco Barreira nos facilita esta información del maestro republicano Rafael Álvarez García, asesinado por los militares sublevados en 1936, exactamente un mes después de que tuviera lugar esa sublevación. Natural de la zona minera de Villablino, estuvo vinculado a la Institución Libre de Enseñanza, publicando para esta entidad el Manual del Inspector de Primera Enseñanza, que apareció en la Revista de Pedagogía en 1934. Colaboró con las Misiones Pedagógicas y las colonias escolares, impulsando viajes al norte de África y a los lugares más aparatados de la geografía leonesa. Tras el golpe militar fue encarcelado en la cárcel de San Marcos y poco después fusilado en el campo de tiro de Puente Castro -siempre que pasa por allí este Lazarillo lo recuerda- junto a otros compañeros de cautiverio. En la ciudad de León, con alcalde socialista, se ha eliminado muy recientemente, con suma discreción y nocturnidad, un recordatorio de homenaje a José Antonio Primo de Rivera, localizado en una céntrica plaza de la localidad. Subsisten, con alcalde socialista, otras placas y menciones en honor a los sublevados, sin que las dos leyes de Memoria Histórica hayan servido para eliminarlas. Mucho me temo que carezca de recordación y homenaje en el callejero leonés Rafael Álvarez García*, merecedor de permanente memoria en la historia de su ciudad y provincia, y también en la de la cultura de su patria.

Con la proclamación de la II República en 1931, la Institución Libre de Enseñanza y los partidarios de la Escuela Nueva, defensores de la nueva pedagogía renovadora, pretendieron superar la persecución reaccionaria que había frustrado repetidamente los reiterados intentos liberales de modernización de la educación. Pero los sublevados contra el Gobierno de la República en 1936, exterminaron a aquellos educadores acusándoles de haber generado graves amenazas contra el sistema religioso tradicional, agitando la conciencia revolucionaria en la población. Aunque el Gobierno Republicano realizó constantes llamadas para evitar la represión, los líderes del bando "nazional" incentivaron intensamente la persecución de los maestros de la República. En la década de 1930 la provincia de León era un modelo en educación. Rafael Álvarez García, nacido en 1898 en Villablino (León), hijo de Eduardo y Ángela, fue una de las figuras que más impacto social tuvo. Estudió Magisterio en la Escuelas Normales de León y Madrid, ejerciendo desde 1919 como maestro de Toral de los Guzmanes y en la Escuela Normal de Maestros de León. Álvarez se graduó y ejerció como inspector jefe de Primera Enseñanza en León y en las escuelas de las comarcas del Órbigo y del propio alfoz leonés, y fue presidente del Consejo Provincial de Primera Enseñanza. Participó en la mayoría de las iniciativas de política educativa Republicanas, su labor intelectual impulsó labores formativas y divulgativas sobre el gran proyecto renovador pedagógico, mediante la puesta en marcha del Boletín de Educación, recogiendo numerosos artículos relativos a la pedagogía, la didáctica y reflexiones de carácter pedagógico y teórico.
Su obra principal recoge la influencia del ideario de la Institución Libre de Enseñanza: El ‘Manual del Inspector de Primera Enseñanza’, editado por la Revista de Pedagogía (1934), fue un trabajo sorprendente porque decenas de años después no ha perdido un ápice de GH bb ve Álvarez creó con otros maestros, inspectores y amigos el grupo excursionista ‘Inquietudes’, y colaboró con las Misiones Pedagógicas en las actividades, impulsó las colonias escolares organizando diversos viajes, incluyendo uno al norte de África, y a zonas más aisladas de su provincia. Defendió la necesidad de «que la carrera de Magisterio sea una profesión técnica, tanto para fundamentar científicamente la obra escolar, como para evitar la posibilidad de intrusismos en nuestra profesión», y define lo que entiende un fin social de la escuela primaria: “convertir el trabajo en actividad más eficaz, suave y humana. El Inspector necesita, para desempeñar con dignidad y eficacia su cometido, la posesión de una amplia y sólida cultura que le permita convertirse en guía espiritual de los maestros y escuelas que tiene a su cargo”.
Fue militante de la Conjunción Republicano-Socialista y de la Federación Española de Trabajadores de la Enseñanza de la UGT de León. Masón desde 1933, formaba parte de la logia “Emilio Menéndez Pallares” de León, con el nombre simbólico de “Roger”. Era fiel defensor del laicismo, el librepensamiento y la educación integral. En Julio de 1936 fue encarcelado por los fascistas en San Marcos donde fue objeto de todo tipo de vejaciones. Sometido a una farsa judicial, los felones franquistas le asesinaron en León por fusilamiento el 18 de Agosto de 1936 en el campo de tiro de Puente Castro, junto a Alfredo Barthe Balbuena, delegado del Gobierno en Campsa, Félix Salgado del Moral, maestro en Castelo de Miño, Ribeiro, Orense, Domingo Fernández Pereiro, de Izquierda Republicana, Delegado del Gobierno, Juan Rodríguez Lozano y Timoteo Bernardo Alonso, capitanes de infantería, y Fernando Morán Fernández, delegado del Trabajo.
Su esposa, Francisca Vicente Mangas, también inspectora y profesora de pedagogía de la Escuela Normal, fue sometida a un expediente depurador acusada de “asistir el 1º de Mayo con jersey rojo y pluma en el sombrero, proponer una comida para ambos sexos a los hospicianos, no recatarse de decir que prefería una dictadura roja en vez de blanca, exclamar desde el balcón de su casa, al detener a su marido, puño en alto ¡por pocos días!”. Fue apartada de su labor educativa, falleciendo en Sevilla gravemente afectada por estos dramáticos hechos en 1941. La misma suerte correrían muchos de sus compañeros inspectores y maestros, depurados, separados del servicio, condenados a prisión y fusilados. Todos ellos fueron engullidos por su propia historia. Ahora su memoria, su recuerdo pendiente, se recupera y con ello se repara una deuda histórica con todos ellos.
*Si los tuviere, ruego se me indique.
DdA/XXI/6.027
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