Artículo con motivo de la reciente presentación en León del diario Heraldo de León, una antigua cabecera de hace más de un siglo (entonces con artículo), que ahora se ha recuperado para la edición digital de un nuevo periódico en aquella provincia, ya en circulación desde hace unos cuantos meses. En la presentación se repartió una edición en papel con los mejores propósitos periodísticos, como es habitual en el sector:
Félix Población
Personalmente me encantan los
productos de proximidad, sean botellas de vino o panes de hogaza (buenos son
los de esta tierra), nueces o queso, alubias o confites, tomates o guisantes.
Sientan bien al cuerpo y dan vida a quienes nos procuran esos alimentos con
sabor a los que fuimos y recordamos.
Por eso, tal vez, me gusta
también el periodismo de proximidad, aquel que se hace en provincias y, sobre
todo, en ciudades pequeñas, como esta de León por donde paseo con mi dilecto
Leo Bernesga, que fue director de un diario en este viejo reino, cuando la
tipografía se estampaba en plomo. Todavía gozaba entonces el papel impreso de una
cierta sacralidad entre el vecindario, heredada de los tiempos en que los
periódicos eran capaces de cambiar gobiernos o regímenes con un artículo de
Emilio Castelar o de José Ortega y Gasset.
Ahora ya no es así, quizá porque
el periodismo se escribe en el aire y va al aire, como las palabras becquerianas,
y las pantallas de plasma tienen una mayor fugacidad o una menor impronta, por
su profusión, entre el respetable. De aquellos periódicos de provincias con
cabeceras decimonónicas, instalados en los barrios antiguos de las ciudades
viejas, con uno más o menos progresista o liberal y otro afincadamente
conservador, se ha pasado a unas cuantas cabeceras digitales que compiten mucho
más por ser adelantadas de la noticia, por aquello de que la torrentera
informativa no se apague, sin reparar apenas en que el periodismo impreso, ya
sea en papel o en plasma, siempre se ha caracterizado por sus páginas de
opinión.
La opinión, plural e
independiente, es lo que hace que el periodismo fermente en democracia, la
sustente y la nutra. Un diario como Heraldo de León, una vieja cabecera
felizmente rescatada del tiempo de su hermano mayor el gran Heraldo de
Madrid (el de mayor circulación en España durante la República), hace
constar la opinión entre sus secciones, algo no siempre presente en otras
publicaciones electrónicas. Todo un acierto, como me comenta mi dilecto
Bernesga, en pro del periodismo como herramienta clave de un país democrático,
que falta nos hace en los oscuros tiempos que ya corren y se avecinan aún más negros.
Periodismo de proximidad, como el
pan de cada día que se cuece en los hornos de leña de la sugestiva montaña
leonesa, a pie de pueblo, dando razón de vida allí donde tan olvidadiza y cicatera
se ha mostrado siempre la administración central, autonómica y provincial con
la vida de quienes habitan esa cada vez más despoblada geografía.
DdA, XXI/6.009
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