Museo Nacional e Arte, Jardín de Negarestán
Lazarillo
Como ocurriera en Irak en 2003, cuando una coalición de varios países encabezados por Estados Unidos invadieron el país ocasionando una gran tragedia humana que repercutió también en las destrucción y expolio de buena parte del patrimonio histórico y cultural*, Estados Unidos acaba de bombardear Irán para socorrer a su aliado en la la región, el Estado genocida de Israel, violando una vez más el derecho internacional. Es probable que estemos ante la inminencia de que otro gran Patrimonio de la Humanidad pueda sufrir los estragos de la agresión. Por eso este Lazarillo acaba de pedir a la editorial el libro de Higinio Polo Irán, memorias del paraíso, por tener fresca constancia de lo que la Humanidad puede perder en una guerra contra este país. En su viaje por Irán, se topó el autor con la vieja Persia: siguió las huellas del gran poeta iraní Omar Jayyám y del fundador de la secta de los asesinos, Hasan Sabbãh. Visitó Polo históricas ciudades como Bam, la vieja ciudad del desierto ahora abandonada; paseó por Shiraz y Persépolis; comprobó que Esfãhãn aún guarda gran parte de su ancestral belleza; buscó y halló a los seguidores de Zoroastro; se introdujo en el mausoleo de Fátima y en la mezquita del imam Reza, el templo más sagrado del país, en ambos casos burlando a los guardianes con el consiguiente peligro; y se detuvo en los caravasar que aún se mantienen orgullosamente en pie, recordando las épocas de Marco Polo en que las caravanas recorrían la ruta de la seda. Veinte años después de la revolución islámica que desterró al sha, el poder de los ayatolás empieza a ser cuestionado, aunque el futuro está lleno de incógnitas: décadas de represión, primero del sha y después de los clérigos chiítas, casi consiguieron exterminar cualquier signo de progresismo, y el país bulle en un escenario en el que la vieja guardia jomeinista, que sigue controlando los principales resortes del poder, bloquea los tímidos intentos reformistas que parece querer impulsar el presidente de la república, Jatamí. En este libro, Higinio Polo nos habla a un tiempo de todo eso, de la gran Persia, de los siniestros sha, del incierto futuro que depara al país, y sobre todo, de las que casi siempre son las grandes perjudicadas, las mujeres.
*Destrucción y expolio del patrimonio cultural de Irak, raíz del nuestro (Diario del Aire, 28/05/2005)
Lazarillo
Las tablillas de arcilla de los sumerios, primer antecedente del libro como soporte de cultura, datadas en 5.300 años, desaparecieron del Museo Arqueológico de Bagdad tras la toma de la ciudad por el ejército invasor. Igual ocurrió con las tablillas del Poema de Gilgamesh, rey de Babilonia, donde se contiene la más antigua reflexión sobre la condición humana. El saqueo, destrucción y expolio del patrimonio cultural iraquí, raíz de nuestra cultura, supuso en palabras del escritor Fernando Báez, autor del libro que lo denuncia con pruebas y testimonios fehacientes(*), el primer memoricidio del siglo XXI.
Todo se produjo en apenas tres días, entre el 8 y 10 de abril de 2.003, durante los cuales el vandalismo no conoció límites porque las tropas norteamericanas, vulnerando la Convención de La Haya de 1954, no lo impidieron. El Museo Arqueológico perdió al menos 30 obras de valor inconmensurable, la Biblioteca Nacional sufrió la quema de más de un millón de libros y en el Archivo Nacional se convirtieron en cenizas dos millones de documentos. Ardieron más de 700 manuscritos antiguos y 1.500 desaparecieron de la Biblioteca Al-Awqaf. También fueron arrasadas la Casa de la Sabiduría, la Academia de Ciencias y la Universidad de Bagdad.
Lo mismo que sucedió en la capital ocurrió en los centros de cultura y saber en Basora y Mosul, así como en miles de asentamientos arqueológicos de bíblica resonancia e inestimable valor testimonial en la historia de nuestra civilización: Nínive, Uruk, Ur, Hatra, Babilonia. Las piezas expoliadas, transportadas hasta Kuwait o Damasco, han llegado a manos de potentados coleccionistas privados en Roma, Londres, Berlín o Nueva York. ¿Podría imaginarse destino peor para el lugar donde comenzó nuestra civilización?, se pregunta el autor venezolano.
Dice Noam Chomsky en la presentación del libro de Báez que las fuerzas de la coalición sólo fueron cuidadosas dentro de su responsabilidad protectora con el Ministerio del Petróleo. Esa negligencia con la custodia del patrimonio cultural iraquí, sin embargo, implica unas sanciones penales que no prescribirán. Los riesgos de destrucción y expolio eran conocidos por la CIA y hay informes secretos que así lo revelarán en el futuro. Estas comunicaciones constan y deben ser expuestas cuanto antes para vergüenza de quienes ejecutaron la invasión de un país con el mendaz señuelo de la libertad, en el aventurado supuesto de que la vergüenza subsista entre los culpables de estas nuevas páginas de barbarie en la historia de la humanidad.
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(*) Báez, Fernando: La destrucción cultural de Irak.- Ediciones Flor del Viento, España, 2004.
DdA, XXI/6.017
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