Lazarillo
En algo sí acertó Trump al autoerigirse icónicamente en papa hace unos días, según pudimos ver en las redes sociales: León XIV es norteamericano de Chicago, por más que se insista en su otra nacionalidad peruana y su ascendencia franco-española. No es el cardenal estadounidense que Trump habría deseado en el trono del apóstol Pedro, habiéndolos como los hay de su cuerda en aquel país, pero es compatriota, y aunque se nos repita su afinidad con Francisco, por quien fue nombrado purpurado, y la posibilidad de que sea su continuador, que un nuevo pontífice reparta la bendición urbi et orbe sin que tenga una sola palabra para el genocidio que se perpetra en la tierra donde nació su dios, me parece de una sospechosa cobardía, inadmisible por más que haya repetido la palabra paz. Tanto Netanyahu como Donald Trump estarán satisfechos de que en esto, al menos, León XIV no se parezca a su predecesor.
EL DIARIO EL PAÍS Y LA ELECCIÓN DE JUAN PABLO II
DdA, XXI/5.982
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