Esta nueva página de nuestra inacabable memoria histórica se contó ayer en el programa Mañaneros de La Uno y bien merece recontarse por lo que comporta, cincuenta años (de libertad) después de la muerte del dictador: El padre de Paquita muere el 23 de febrero de 1938 en plena Guerra Civil: una bala perdida lo alcanza en el metro de Alvarado, en Madrid. Ella queda huérfana con cuatro años. "Qué le vamos a hacer, qué mala suerte tuvo. Todo el mundo quería a mi padre", recuerda Paquita con lágrimas en los ojos. Han tenido que pasar 87 años más para que le reconozcan su pensión de orfandad. Fue el pasado 2 de abril cuando le llega la notificación de que se la han reconocido. La ha cobrado por primera vez, unos días antes de cumplir los 92 años. "Ha sido mi mejor regalo de cumpleaños". El padre de Paquita fue uno de los primeros conductores del Metro cuando abrió al público en 1919, tras su muerte su madre tuvo que ocuparse de toda la familia. ¿Y cómo lo hizo?, tuvo que trabajar limpiando casas para sacar a sus hijas adelante. Con el paso de los años un hijo de Paquita comienza a investigar la muerte de su abuelo y consigue documentarla, solicitó la pensión para su madre sin ninguna esperanza. El hijo de Paquita se siente emocionado: "Encontrar el expediente del fallecimiento de mi abuelo fue como encontrar un tesoro perdido". "Ese dinero es en memoria de mi padre". Juan pudo acreditar documentalmente el fallecimiento de su abuelo. "Yo pensé: a saber qué habrá pasado. Hasta el punto de tener el expediente judicial de su muerte. Ese informe dice que es trasladado a la casa de socorro de Chamberí y luego al hospital, en el Colegio del Pilar, en el barrio Salamanca de Madrid y luego murió. Me quedé sorprendido, fue como encontrar un tesoro perdido", afirma. Juan oyó en televisión algo sobre indemnizaciones por personas muertas en la Guerra Civil. "Yo siempre lo he escuchado que estaba hablando con unos amigos y una bala perdida lo mató". Pero Juan no tenía ninguna esperanza, se encomendó al dicho refranero español de "contra el vicio de pedir está la virtud de no dar". "Me dijeron que iniciaban expediente, pero toda la familia se reía. Después me pidieron la pensión de orfandad de mi abuela y de mi abuelo. Y nos la dieron".
DdA, XXI/5.999
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