He visto el futuro, y tiene forma de valla.
He oído al hambre hablar árabe.
He soñado con una tierra sin dueños,
y desperté en una jaula.
Israel y Estados Unidos han instalado un sistema de distribución de alimentos que ha sido bautizado , no sin razón, como “las jaulas del hambre”. Son centros de control donde empresas de seguridad privadas, contratadas fuera del alcance de cualquier organismo internacional, gestionan la entrada y el reparto de comida a una población exhausta. No se ofrece aquí alivio ni auxilio. Se impone el sometimiento.
Según los gobiernos que lo promueven, el objetivo es impedir que la ayuda termine en manos de Hamás. Pero organizaciones humanitarias ,las pocas que aún conservan algo de independencia, denuncian lo contrario: que se ha creado un mecanismo para chantajear a la población, obligándola a humillarse si quieren sobrevivir. La escena es clara. Filas interminables de personas atrapadas entre rejas. Cámaras vigilando. Seguridad armada controlando cada paso. Un orden férreo que, lejos de aliviar, impone una disciplina del hambre. Esto no es ayuda. Es un castigo.
Una escenografía de poder y castigo
La fotografía que circula podría haber sido tomada en cualquier campo de detención del siglo XX. La diferencia es que aquí se presenta como política exterior, como respuesta humanitaria. La población palestina no aparece como lo que es —una sociedad herida, resistente, profundamente golpeada— sino como una masa desbordada, a la que se debe contener y organizar con vallas.
Desde fuera, soldados y personal de seguridad observan en silencio. No hay contacto humano. Sólo una coreografía del control. El mensaje no necesita traducción: quien da el pan, impone las reglas.
Y así, el relato se impone sobre la realidad. Quienes han reducido Gaza a escombros se colocan ahora como benefactores. Quienes impiden el acceso a agua, medicamentos y combustible, se arrogan el papel de salvadores. Es un teatro bien ensayado, donde el reparto está claro y la escena principal es la humillación del otro.
Un crimen humanitario disfrazado de ayuda
La idea de ayuda humanitaria pierde todo su sentido cuando se convierte en instrumento de castigo colectivo. Lo que se presenta como solución, es en realidad un sistema meticulosamente diseñado para quebrar la dignidad de un pueblo.
Privar deliberadamente a una población civil de alimentos, asistencia médica y servicios esenciales constituye un crimen de guerra según el derecho internacional. Y sin embargo, en Gaza, esa práctica se ha vuelto rutina. Parte del paisaje. Parte de la política.
Mientras tanto, las imágenes circulan por redes y noticiarios, transformadas en propaganda. “Mira cómo les damos de comer”, sugieren los titulares. Pero lo que vemos es otra cosa: una población que ha sido empujada a los márgenes de la vida, convertida en cifra, en fila, en cuerpo sin nombre.
Esto es apartheid. No sólo territorial, sino moral, simbólico, visual. Un sistema completo para excluir, degradar y dominar.
La comunidad internacional debe romper el silencio
Cada día que pasa sin una denuncia firme es un día en que el crimen se vuelve más aceptable. La neutralidad, en este contexto, ya no es una posición ética, sino una forma de complicidad.
No se puede hablar de derechos humanos mientras se justifica un dispositivo que convierte la ayuda en castigo, y la supervivencia en humillación. No se puede defender la democracia mientras se encierra a un pueblo entero tras vallas de acero para alimentarlo como si no fuera humano.
Gaza no necesita jaulas. Necesita justicia. Libertad. Y un compromiso real con la dignidad de su gente. No discursos, ni condolencias vacías. No soluciones que profundizan el dolor.
Esta no es una situación compleja. Es una injusticia evidente. Y lo más grave de todo sería acostumbrarse a ella.
No podemos normalizar esto. No podemos mirar hacia otro lado.
JAULAS DEL HAMBRE EN GAZA
He visto las mejores almas de mi generación
aplastadas entre rejas de acero,
apiladas como pan sin hornear en los pasillos de la desesperación,
hechas humo por drones,
ahora empujándose por una caja de arroz.
¡Oh Gaza!,
tú, vientre abierto de la historia,
sangrando bajo el sol colonial de Occidente,
tú, grito estrangulado con cables de ayuda humanitaria,
tú, niña que no distingue el sonido de una ambulancia del de un misil.
¿Quién construyó estas jaulas?
¿Quién les dio forma de fila, de embudo, de zoológico sin bestias,
sólo humanos con hambre,
con las costillas haciendo eco del mundo?
¿Quién vendió los alambres? ¿Quién cobró por el cemento?
¿Quién dijo: “esto es orden”?
¿Quién bendijo los contratos?
¿Quién firmó el silencio?
He visto al Pentágono orar sobre montañas de raciones deshidratadas,
he visto a Netanyahu repartir pan con manos de hierro y cámara de televisión,
he visto a la ONU arrastrarse entre ruinas,
murmurando burocracias mientras los niños mueren esperando turno.
¡Y las cámaras lo aman!
La imagen: perfecta.
¡Mira qué civilizados somos!,
¡mira cómo alimentamos a las cucarachas del gueto!,
¡mira cómo organizamos el sufrimiento como un festival de orden y seguridad!
Pero no hay orden en el hambre.
No hay paz en la jaula.
No hay salvación en el pan lanzado desde drones,
ni redención en un convoy blindado.
He visto el futuro, y tiene forma de valla.
He oído al hambre hablar árabe.
He soñado con una tierra sin dueños,
y desperté en una jaula.
¡Levántate, Gaza!
Tu alma no cabe en sus jaulas.
Tu dolor es más vasto que sus fronteras.
Tu grito, como un poema,
cruza el muro.
قفاص الجوع في غزة
لقد رأيت أنبل أرواح جيلي
تُسحق بين قضبان الحديد،
مكدّسة مثل خبزٍ لم يُخبز بعد في ممرات اليأس،
تحوّلت إلى دخان بطائراتٍ بدون طيار،
تتزاحم الآن على صندوق أرز.
يا غزة،
أيتها الرحم المفتوح في جسد التاريخ،
تنزفين تحت شمس الغرب الاستعمارية،
أيتها الصرخة المخنوقة بأسلاك «المساعدات الإنسانية»،
أيتها الطفلة التي لا تميّز بين صوت سيارة الإسعاف وصوت الصاروخ.
من بنى هذه الأقفاص؟
من شكّلها على هيئة طابور، أو قمع، أو حديقة حيوان بلا وحوش،
فقط بشرٌ جائعون،
أضلاعهم تصرخ بصدى العالم؟
من باع الأسلاك؟
من قبض ثمن الإسمنت؟
من قال: «هذا هو النظام»؟
من بارك العقود؟
من وقّع على الصمت؟
لقد رأيت البنتاغون يصلي فوق جبال من حصص الطعام المجففة،
رأيت نتنياهو يوزع الخبز بيدٍ من حديد وعدسة كاميرا،
رأيت الأمم المتحدة تزحف بين الأنقاض،
تتمتم بالبيروقراطيات بينما الأطفال يموتون في انتظار دورهم.
والكاميرات تُعجَب!
الصورة: مثالية.
انظروا كم نحن متحضرون!
انظروا كيف نُطعم «صراصير» الغيتو!
انظروا كيف ننظّم المعاناة كمهرجان للأمن والنظام!
لكن لا نظام في الجوع،
ولا سلام في القفص،
ولا خلاص في خبزٍ يُلقى من طائرة،
ولا فداء في قافلة مدرّعة.
لقد رأيت المستقبل، وكان على شكل سياج،
سمعت الجوع يتكلم العربية،
حلمت بأرضٍ بلا مالك،
واستيقظت داخل قفص.
انهضي يا غزة!
روحك أوسع من أقفاصهم،
ألمك أعمق من حدودهم،
وصراخك، مثل قصيدة،
يعبر الجدار.
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