martes, 29 de abril de 2025

ANICETO SELA Y LA IGNORANCIA O MALA FE


Creo, en este caso, que la ignorancia y la mala fe se complementan, algo harto frecuente a la hora de nombrar o desnombrar calles y plazas en esta España nuestra donde los sectarismos se tocan. Los hombres y nombres de la Institución Libre de Enseñanza quisieron enseñarnos otra cosa y merecerían el máximo respeto y recordación en todas aquellas ciudades donde tiene razón de ser y memoria el homenaje a su vida y obra. 

Leopoldo Tolivar Alas

Como muchas personas, no sólo asturianas, saben, don Aniceto Sela Sampil fue un gran internacionalista y pedagogo, miembro muy relevante del Grupo de Oviedo que, con Posada, Altamira, Buylla y Clarín, entre otros, transformó la universidad española y transmitió sus saberes, herederos de la Institución Libre de Enseñanza, al otro lado del Atlántico. Además, en sus preocupaciones higienistas y tuitivas de la infancia y juventud, fue el padre de las Colonias Escolares de Salinas que tanto bien hicieron a niños de aquí y de allende el Pajares.
Este ilustre mierense tiene, muy merecidamente, desde el 14 de noviembre de 1963 (en pleno franquismo y siendo alcalde de Oviedo don Antonio Rico de Eguíbar), una calle en la capital de Asturias. El prestigioso Colegio público mierense que lleva su nombre, cumple cien años en estas fechas.
Esto es bien conocido. Lo triste es que, el Ayuntamiento de Oviedo, en fechas recientes y en el baile de nombres del viario municipal, le ha quitado la mitad de la calle que llevaba su nombre y que, con mucho sentido, tenía a un lado la actual Facultad de Pedagogía y, al otro, la de Ciencias. Nadie lo entiende. Me consta hasta el disgusto del Rector y de muchos miembros del claustro ovetense. Don Aniceto, también fue Rector.
Uno puede entender que, con un punto de sectarismo, el gobierno local de turno quiera eliminar del nomenclátor a quienes no son de su cuerda. Es triste, pero es así. Pero despojar de gran parte de su calle a una personalidad indiscutible de la universidad española y del Derecho Internacional Público, es incomprensible, a salvo ignorancia tremenda o mala fe. En lugar del nombre de don Aniceto, la alcaldía carbayona ha honrado a los "Titulares mercantiles", que sin duda merecen una placa, pero no a costa de sustraerla a un sabio y benéfico profesor.
Me hubiera gustado que el Ayuntamiento de Mieres hubiera mostrado su estupefacción ante los regidores de la capital, de la misma manera que las alcaldías de Piloña o Gijón podrían haberlo hecho con respecto a la lingüista María Josefa Canellada o al poeta Alfonso Camín, simultáneamente desahuciados del callejero ovetense.
Hoy, aprovechando un encuentro con la doctora Serena Durán Sela, bisnieta de don Aniceto, con la que conservo la amistad de tres generaciones, nos hemos retratado ante el dislate municipal.
¿A quién hizo daño tan preclaro hijo de Asturias, fallecido, por cierto, en 1935?
No soy quién a entenderlo. Y rectificar... ya se sabe que es de sabios.

DdA, XXI/5.972

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