lunes, 31 de marzo de 2025

FRANCISCO ACEBAL MERECE SER RECORDADO EN UN ESPACIO PÚBLICO EN GIJÓN


Félix Población

Hace unos días tuve oportunidad de leer la revista de ciencias y artes La Lectura (1901-1920), con ocasión de la publicación en la misma de un poema de Antonio Machado, uno de sus renombrados colaboradores. No fue una lectura detenida sino muy superficial, que pretendía valorar por encima su contenido, sabedor de que como fundador y director de la misma estuvo Francisco Acebal (Francisco Álvarez Acebal), un olvidado escritor asturiano, nacido en Gijón en 1866, y que con once años se trasladó a Madrid con su familia para estudiar Derecho en la Universidad Central, sin que el ámbito de las leyes ocupara después su trabajo, sino el de la literatura, para la que ya apuntaba maneras en su adolescencia con un primer texto publicado en el diario El Comercio de su villa natal y que por la hemeroteca de este periódico andará.

En Madrid comenzó su carrera literaria con una novela corta titulada Aires de mar, con la que ganó el primer premio de un certamen convocado por la revista Blanco y Negro en 1901, el mismo año en que inicia la publicación de La Lectura de ciencias y artes, de la que fue cofundador propietario y administrador  el catedrático de Derecho Civil Felipe Clemente. A lo largo de sus casi cuatro lustros de vida, colaboraron en sus páginas Pío Baroja, José Martínez Ruiz (Azorín), Miguel de Unamuno, Emilia Pardo Bazán, Blanca de los Ríos, José Nogales, Manuel Bueno, Tomás Carretero, Juan Valera, Rafael Altamira, Ramón Menéndez Pidal, Santiago Ramón y Cajal, José Ortega y Gasset, Eduardo García del Real, Francisco Navarro Ledesma, Francisco Luis de Zulueta, Jacinto Octavio Picón, Antonio Espina y Antonio Machado, entre otros. También, José María Eça de Queiroz, Antón Chejov, Mark Twain o A. Strindberg.



Como escritor, Francisco Acebal firmaba sus artículos en Blanco y Negro, Helios, el diario ABC o La Ilustración Española y América. Tanto la novelista Emilia Pardo Bazán como el crítico literario Andrés González Blanco (Historia de la novela) tuvieron para Francisco Acebal frases laudatorias como hombre de la cultura y novelista. La primera destacó su gran altura intelectual y el segundo su estilo y capacidad de novelar: "Este novelista nos ha dicho e interesadamente nos ha hecho comprender lo que nadie hasta él aquí, en España, escudriñó con delectación: la poesía de los hogares humildes, donde se elaboran dramas obscuros… Aires de mar es la primera novela de las vidas humildes que en España se ha escrito”. Fue también Acebal poeta y autor dramático, con algunos éxitos teatrales tanto en el drama como en la comedia, y con una parte sus obras, publicadas en las revistas Helios y Renacimiento, que no llegaron a estrenarse. 

Muy vinculado a la Institución Libre de Enseñanza (ILE), con la creación de la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas en 1907, Álvarez Acebal fue nombrado vicesecretario, llevando a cabo un meritorio trabajo en tan prestigioso organismo, hasta que la enfermedad de Parkinson afectó a su salud. La noticia de su fallecimiento el 5 de septiembre de 1933 apenas tuvo incidencia en los periódicos madrileños, quizá porque desde 1915 fue menor su producción literaria. La falta de repercusión pública que tuvo su muerte se prolongará sobre su vida y obra en los años sucesivos, nada proclives por demasiado azarosos y conflictivos a que una personalidad de nuestra cultura fuese recordada, máxime después de una guerra que comportó la dictadura que dejó yermo el panorama cultural e intelectual de España. Actualmente, ni siquiera en su ciudad natal hay una sola referencia a Francisco Acebal en calles, plazas o centros de educación y cultura que lleve su nombre. 

No se lo merece quien dejó escrito en 1928 de su niñez gijonesa, muchos años después de haberla vivido: "Cincuenta años de vida madrileña no han apagado mi férvido amor por Asturias; al contrario, me parece que lo han encendido y como encrespado. Verdad es que todos los años, todos, paso los meses de estío por mi apacible, riente y dulce tierra. Y todos los años, al regresar a tierras de Castilla, siento en mí un nuevo hervor de melancolía asturiana". 

No es una cita casual, mucho antes, al poco de poner en circulación la revista La Lectura, Francisco Acebal escribió  en 1904 sobre su ciudad natal: "Quisiera por un momento no ser gijonés, no haber nacido en la calle Corrida, para que no parezcan mis palabras caricias de hijo. Amo las ciudades viejas de la España vieja, las ciudades caducas, como se ama la Historia; pero estas decrépitas ciudades representan lo que la Historia: algo que ha sido, cosas que han muerto. Tienen su misterio y su grandeza porque son los panteones de una raza, las tumbas de un pueblo. Yo amo estas ciudades con la melancolía de los recuerdos. Gijón es la ciudad moderna, la ciudad española que se forja y moldea con troqueles del siglo XX; la que vive, la que trabaja, la que progresa. A Gijón le amo con el amor fuerte, viril y sano de la esperanza".

Se trata de un autor literario, de una personalidad importante de la cultura española y de un reconocido institucionalista de la ILE, el más prestigioso de los organismos que ha tenido España para el cultivo del saber. Habrá quien considere que el actor Arturo Fernández merece una estatua en su concejo natal, pero no debería ser tan olvidadiza la memoria de Gijón con quienes, como Francisco Acebal, abrieron surcos a la cultura y a la ciencia de este país nuestro cuando tan necesario y prioritario era hacerlo. Debería ser un honor para aquella villa que un gijonés haya formado parte de Junta para la Ampliación de Estudios, una entidad creada para promover la investigación y la educación científica. Alguien debería hacérselo saber al Ayuntamiento de la ciudad, donde casi con toda seguridad no tienen ninguna referencia.

Nota: en este enlace https://www.elejandria.com/autor/francisco-acebal/374 se pueden descargar algunos libros de lo que es autor Francisco Acebal.

DdA, XXI/5.946

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