miércoles, 19 de marzo de 2025

EL INFIERNO DE TRUMP EN GAZA, REEDITANDO LA MENTIRA: ES CULPA DE HAMAS

La narrativa ya ha sido pactada. Netanyahu, Trump y el resto del eje europeo-estadounidense pro genocidio replicarán la mentira habitual: “Es culpa de Hamás”. Quinientos días después de la barbarie criminal del sionismo, no procede ni siquiera plantear que los líderes europeos se creerán este relato. Aunque, para dejar hacer a Netanyahu, es posible que los gobiernos del Viejo Continente opten por una línea distinta, aunque igualmente cómplice: lamentar la decisión israelí, sin tomar medidas concretas para defender a los palestinos.



EDITORIAL

Se acabó. La tregua del genocidio sionista contra los palestinos en Gaza fue recibida con alivio, pero también con enorme desconfianza. A mediados de enero, presionados por un Donald Trump que estaba a punto de asumir como presidente de Estados Unidos y por la resistencia palestina tras casi 500 días de genocidio, el gobierno del criminal Netanyahu aceptaba un acuerdo de tres fases para poner en stand-by las masacres.

Aquella pausa nunca tuvo un fondo confiable. Se trató, en todo momento, de la decisión táctica de un Netanyahu acorralado por la corrupción. Buena parte del ecosistema político israelí seguía defendiendo a las claras la consumación de la limpieza étnica de la Franja de Gaza, aunque existían divergencias internas en torno al cómo y el cuándoPalestina se negó a “morir en silencio” en Gaza y buscó permanentemente sostener en alto las banderas de la resistencia e involucrar a los gobiernos y actores de la región ⎻tanto a los más comprometidos con la causa del anti sionismo como a los “dialoguistas” con Tel Aviv y Washington⎻.

A lo largo del 2024, Israel y buena parte de la prensa occidental se encargaron de sentar la narrativa de que Hamás se negaba a firmar un cese de la violencia. Era mentira. No por casualidad, el acuerdo firmado en enero de 2025 era un calco del de mayo de 2024. En aquel momento, tanto Hamás como Estados Unidos y el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, lo aprobaron. Pero Israel se negó nuevamente, inmerso en una desquiciante dinámica: clamar por una negociación, imponer unos términos “aceptables” en Occidente y, una vez Hamás los aceptaba, buscar una excusa para salirse de las negociaciones.

Así, “engañando” a un Occidente que con gusto aceptaba el cuento sionista, Israel pudo sostener durante 467 días un genocidio televisado que todos los gobiernos del mundo vieron, aunque algunos de ellos fingieran demencia. La historia los pondrá en su sitio… como a todos aquellos que juegan el penoso papel del colaboracionista cobarde en tiempos de masacres y exterminio.

La madrugada del 18 de marzo de 2025 pasará a la historia. Con más de 400 muertos por los bombardeos del régimen genocida de Tel Aviv, Israel ponía fin al acuerdo para un “alto el fuego” que fue para sus líderes fue, desde el primer momento, una mera pantomima. Nunca tuvieron intención de cesar su pulsión genocida, ya que el proyecto nacional de buena parte de su ecosistema político pasa necesariamente por exterminar a los palestinos. Primero en Gaza y, después, en Cisjordania.

Israel ha clarificado que aquel funesto día no será una excepción. Habiendo pasado el tiempo necesario para justificar una nueva narrativa mentirosa, proceden a reanudar un genocidio que, desde el enfoque sionista, no terminará hasta la completa expulsión de los palestinos de la Franja de Gaza. Con un Trump ya asentado en la Casa Blanca y enfocado en carroñear los recursos ucranianos, Israel tiene el OK de Washington para proceder nuevamente con su violencia; esta vez, con menos limitaciones de las que ya le brindó el sionista Biden.

La narrativa ya ha sido pactada. Netanyahu, Trump y el resto del eje europeo-estadounidense pro genocidio replicarán la mentira habitual: “Es culpa de Hamás”. Siendo francos, quinientos días después de la barbarie criminal del sionismo, no procede ni siquiera plantear que los líderes europeos se creerán este relato. Aunque, para dejar hacer a Netanyahu, es posible que los gobiernos del Viejo Continente opten por una línea distinta, aunque igualmente cómplice: lamentar la decisión israelí, sin tomar medidas concretas para defender a los palestinos.

La lectura es tan fácil que no necesita sesudos análisis. Israel es un estado genocida, que dice en todos los altavoces que desea ejecutar una limpieza étnica y un exterminio a la luz del día. Declara, además, que Gaza no será su límite: Cisjordania y otros actores de Oriente Medio sufrirán la agresividad del imperialismo sionista. Quienes no quieran, desde Occidente, confrontarlos, tienen tres opciones: apoyarles abiertamente, como hace la extrema derecha, negar la realidad, como hicieron varios partidos en Europa, o lamentarse en abstracto sin tomar ninguna decisión. Esta última táctica fue la preferida de la socialdemocracia.

Solo la ruptura total, inmediata y sin condiciones de los lazos con Israel puede ser una respuesta legítima por parte de cualquier gobierno que se digne de decirse a sí mismo humano. Romper relaciones diplomáticas, cancelar todo acuerdo comercial con el monstruo sionista y hacer todo lo posible para aliviar las condiciones materiales del pueblo palestino. Todo lo demás es colaboracionismo, lo pinten como lo quieran pintar.

DIARIO RED

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