jueves, 6 de febrero de 2025

ELISABETH WILKINSON, UNA DE LAS PRIMERAS CRONISTAS DEL HORROR DE GUERNICA


Félix Población

El atroz bombardeo de Guernica por la Legión Cóndor alemana y la Aviación Legionaria de la Italia fascista el 26 de abril de 1937, sobre el que Pablo Picasso pintó una de las obras pictóricas artísticas posiblemente más conocidas del mundo, tuvo como una de sus primeras cronistas, contando in situ la primera masacre de la población civil en un bombardeo aéreo, a una corresponsal comunista de un diario británico que se encontraba entonces en el País Vasco y de cuya persona apenas sabemos nada. El balance de víctimas mortales lo calcula la mayoría de historiadores en varios centenares de personas, aunque el gobierno vasco lo cifró en más de 1.500.

Lamentablemente, el excelente historiador norteamericano Herbert Soutworth (1908-1999). buen conocedor de la Guerra Civil, tampoco incluye a Elizabeth Wilkinson entre los cuatro corresponsales extranjeros que estaban acreditados en Bilbao cuando se produjo el bombardeo y que para Southwort eran George Lowther Steer, de The Times; Noel Monsk, del Daily Express; Matheu Cormen, de Ce Soir, y Christopher Holme, de la agencia Reuters (La destrucción de Guernica. Periodismo, diplomacia, propaganda e historia, ed. Ruedo Ibérico). 

Sin embargo, Elizabeth Wilkinson, de la que se desconoce su lugar de nacimiento, miembro del Comité de Mujeres Británicas contra la Guerra y el Fascismo y secretaria del Comité de Mujeres para la Ayuda a España, sí estuvo en Guernica. Incluso llega a escribir Bernardo Díaz Nosty en su voluminosa, documentada y recomendable obra Periodistas extranjeras en la Guerra  Civil (ed. Renacimiento) -de la que tomo las imágenes que ilustran este artículo- que fue una adelantada en llegar a la ciudad vasca como corresponsal del diario londinense Daily Worker. 

El periódico tituló en portada su primera crónica, publicada el 28 de abril de 1937, Fascist bombers blot out unprotected basque touwn (Bombarderos fascistas destruyen una ciudad vasca desprotegida), y en ella da cuenta de la llegada a las 13,30 de Wilkinson a Guernica, "antigua capital del país vasco", describiendo la localidad como una ciudad pacífica, sin fábricas, sin armamento ni tropas estacionadas, con campesinas y niños andando tranquilamente por las calles: "A las cuatro de la tarde los rebeldes -escribe- iniciaron un brutal bombardeo que se prolongó sin descanso hasta las siete. Más de cincuenta aviones alemanes lanzaron bombas sobre la ciudad y ametrallaron sus calles. Asimismo, fueron bombardeados los pueblos de los alrededores. Los aviones de los rebeldes dispararon, incluso, a los rebaños en los campos. A las once de la noche, todo el pueblo estaba en llamas y no quedaba una sola casa en pie. En las calles y plazas se amontonaban las pertenencias rescatadas del infierno. La gente buscaba a los familiares desaparecidos, a las esposas e hijos, a los maridos, novios y niños. Durante los primeros minutos del bombardeo un sacerdote católico bendijo al pueblo, incluidos los socialistas y comunistas. Las carreteras que salen de Guernica está ahora atestadas de refugiados que conducen sus ovejas y vacas y acarrean los bienes que han salvado. Once mil personas caminan hacia Bilbao, otras once mil bocas a las que alimentar". 


Sabemos que Elizabeth Wilkinson fue especialmente dura con el gobierno británico, por su pasividad en el conflicto bélico español, y sobre todo con el llamado Comité de No intervención de Londres. La corresponsal de Daily Worker publicó dos semanas después, el 12 de mayo, una nueva crónica informando de un bombardeo sobre Bilbao: "Conté nueve bombarderos y siete cazas acercándose. Bombardeaban y ametrallaban todo lo que veían. Incluso han atacado al ganado que se dirigía a Bilbao por una de las carreteras. La gente dice que estos caminos están sembrados de vacas muertas y moribundas. Los pilotos han lanzado ya treinta grandes bombas explosivas y cientos de bombas incendiarias sobre la ciudad. [...] Mientras escribo, las sirenas que indican un ataque aéreo, vuelven a sonar. No me imagino lo que puede pasar". 

Sólo nos queda como testimonio de que Elizabeth Wilkinson estuvo en Guernica, en el primer bombardeo aéreo masivo sobre civiles registrado en una guerra (otro menor por parte de los mismos lo hubo en Gijón en agosto de 1936), principio de los que se sucederían en las ciudades de España y de Europa años después durante la segunda Guerra Mundial, las páginas del diario londinense para el que escribió. De la periodista británica, por no saber, no se sabe ni el año en que falleció, sí que tenía 37 cuando estuvo en Guernica. Tampoco encontraremos su nombre en Wikipedia. Carecemos igualmente de imágenes de su persona. Sólo encontramos las que hizo de la ciudad vasca arrasada y sus crónicas de aquella masacre de la que los sublevados pretendieron culpar a sus adversarios. 

Fue una de las primeras corresponsales extranjeras en contar aquel horror a sus conciudadanos, por lo que bien merece memoria su nombre y su palabra. 

DdA, XXI/5.901

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