Félix Población
Catedrático emérito de
Historia de la Universidad de Cambridge y rector del Gresham College de
Londres, Richard J. Evans se ha especializado en sus investigaciones sobre el Tercer Reich, del que ha escrito unos cuantos libros, alguno de ellos de repercusión
mundial como su trilogía, publicada en España entre 2005 y 2011 (ed. Península):
La llegada del Tercer Reich, El Tercer Reich en el poder y el Tercer
Reich en guerra. Era de esperar por todo ello que esta nueva obra, Gente
de Hitler. Los rostros del Tercer Reich (ed. Crítica, 2024), no iba a
defraudar a los habituales lectores de Evans en España, ni tampoco a quienes -como es mi
caso- no dejamos de sentir una permanente curiosidad por las interioridades del siniestro y cruel
régimen hitleriano, acaso porque nunca lo hemos llegado a ver sepultado del todo, y mucho menos en los días que corren.
Las casi 700 páginas del volumen, con las correspondientes fotografías de sus protagonistas y sus más de 40 de bibliografía, me han deparado una atención e interés crecientes a medida que lo leía y que no siempre encontramos en los libros de historia. Estructurada en cuatro partes, la obra de Richard J. Evans analiza en la primera, aportando las más recientes informaciones sobre el personaje, la carrera y las ideas de Adolf Hitler, que ocupan algo más de un centenar de páginas. El Führer, por mucho que se proyectara una imagen de dictador superheroico, lo cierto es que dependió en gran medida de la colaboración de su círculo íntimo inmediato de subordinados.
A estos dedica el autor la segunda parte de su libro, bajo el epígrafe de Los Paladines: Hermann Göring, el hombre de hierro; Josep Goebbels, el propagandista; Ernst Röhm, el soldado; Heinrich Himmler, el policía; Joachim von Ribbentrop, el diplomático; Alfred Rosenberg, el filósofo, y Albert Speer, el arquitecto. La tercera parte se refiere a quienes hicieron posible y llevaron a la práctica la ideología nazi: Los apoderados. Aquí encontramos a Rudolf Hess (el suplente), Franz von Papen (el colaborador), Robert Ley (el “trabajador”), Julius Streicher (el maestro de escuela), Reinhard Heydrich (el verdugo), Adolf Eichmann (el burócrata) y Hans Frank (el bocazas).
La cuarta parte de Gente de Hitler la ocupa una diversidad de perpetradores de aquel régimen de terror, entre los que están el general Wilhelm Ritter von Leeb, paradigma de los líderes militares del Tercer Reich, que murió en paz en 1956 retirado en su finca, y quien fuera médico de Hitler, Karl Brant, que participó en experimentos médicos sobre los internos en los campos de concentración y fue ejecutado en 1948. También incluye el autor en este apartado a varias mujeres caracterizadas por su crueldad como la “bruja” y la “bestia” (Ilse Koch e Irma Grese, Gertrude Sholts-Klink), a la cineasta que documentó las grandes concentraciones de masas del nazismo Leni Riefensthal y a Luise Solmiz, que pasó del amor y la admiración por Hitler al desprecio y el odio, convencida de que el Führer había pasado de ser el salvador de Alemania a su destructor.
Estima Evans que esta nueva obra no es un mero diccionario biográfico, como podría pensarse. La considera con más propiedad una recopilación de ensayos biográficos interrelacionados, a los que añade reflexiones personales sobre cada una de los personajes incluidos. Entre esas interesantes cavilaciones que hace el autor como historiador destaco dos a propósito de su magnífico trabajo. La primera la incluye en la cuarta parte, al referirse a Paul Zapp y Egon Zill (los asesinos), y hacer balance de la gran masacre de víctimas del tercer Reich: seis millones de judíos, 3,3 millones de prisioneros soviéticos, millones de civiles de Polonia y Europa del este, homosexuales, delincuentes menores, gitanos, personas con enfermedades mentales y discapacidades, entre otros:
“¿Cómo podemos explicar esta ola de criminalidad sin paralelos -se pregunta Evans- que quebrantó todas las reglas y convenciones conocidas de la guerra, la política y la decencia humanas? Sólo mediante el estudio de los distintos perpetradores individuales resulta posible revelar la combinación de motivos e influencias que llevó a hombres corrientes a cometer tales actos al servicio de los nazis, sin arrepentirse de ellos ni siquiera después del hundimiento total del Tercer Reich”. Con esta respuesta justifica el autor la razón del libro y su título, y me hace pensar en si esto mismo lo podrá aplicar algún historiador al actual gobierno israelí, perpetrador del genocidio en la Franja de Gaza.
La segunda reflexión se la hace Evans en el epílogo, un texto de apenas tres páginas, en el que glosa el encuentro que tuvo, siendo investigador en Hamburgo, con una señora en el tren que iba de Copenhague a París a finales de 1977, en el que hablando del terrorismo del grupo Baader-Meinhof, la viajera -alemana residente en Dinamarca- le mencionó los “diez mil de arriba”, en referencia a las élites acomodadas que, en su opinión, habían gobernado Alemania (sector occidental) desde la década de los treinta hasta entonces, avivando la histeria contra los que ellos llamaban terroristas.
Esa mujer, que había sufrido en su juventud los rigores del
régimen nazi en un campo de concentración y había logrado abandonar finalmente su país, culpó a "esos diez mil" no sólo del nazismo sino de las décadas
transcurridas tras su caída. "Siendo una joven normal y corriente -escribe el historiador inglés-, no
comprometida con la política, no especialmente lista ni intelectual, había visto la equivocación moral del nazismo y
el Tercer Reich, y había tomado una decisión radical en consecuencia, ¿por qué
los otros alemanes no supieron hacer lo mismo?
A juzgar por la progresión desde hace años de la extrema derecha en no pocos países de Europa, deberíamos estar en condiciones de responder a Evans y tratar de evitar en los posible una segunda edición de lo que podrían deparar gobiernos de esa tendencia como el que acaba de formarse en Austria. Como dice mi estimado Enrique del Teso, "es obvio qué fuerza está emergiendo en Europa, pero que nadie se engañe con el motivo. No sigan el rastro de ningún talento maléfico, sigan el rastro del grifo del dinero". ¿De qué disponemos al día de hoy los demócratas para hacer frente a esa posibilidad?
*Gente de Hitler. Los rostros del Tercer Reich. Ed. Crítica, 2024, 696 paginas
DdA, XXI/5.876
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