Lazarillo
A ver si nos vamos acostumbrando en días y noches como las de estos días y venideros, en un país donde el número de animales domésticos (perros y gatos sobre todo) ha alcanzado unas cifras difícilmente imaginables hace años, a que a la hora de celebrar lo que se celebre -aunque el mundo no ande para fiestas- eludamos en lo posible el abuso de la pólvora, porque la utilización de petardos, palenques y demás materiales de diversión explosiva -que a este Lazarillo nunca le hicieron gracia- es para nuestras mascotas un auténtico calvario, que puede además hacer que se escapen aterrorizados del lugar en donde se producen esos estampidos, con el riesgo de que se extravíen y no los encontremos. Para recordarlo he creído necesario utilizar la correspondiente viñeta, en defensa de los millones de gatos y perros que, si pudieran y se parecieran a los petardistas, harían lo que en la misma se expone. Mi querido Sirio, a la vera de este Lazarillo, duerme ahora apaciblemente, convencido de que hasta sus relajados y felinos sueños de montaña no llegará estruendo alguno que altere su bienestar.
DdA, XX/5.860
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