miércoles, 30 de octubre de 2024

VALENCIA: EL MISMO HORROR QUE EN 1957 NO SE PUEDE CONSENTIR EN 2024

Pedirle al gobierno autonómico la dimisión por su ineficacia y negligencia ante la magnitud y el número de fallecidos por la riada, 67 años después de la de 1957, no parece que sea la reclamación que se esté haciendo en los medios. Pareciera como si, incluso en estos casos, esto fuera imposible en España, pero este Lazarillo considera que hay motivos sobrados para que un gobierno que dio la alarma cuando la tragedia estaba ya en las calles no siga representando a la ciudadanía. Hace un año, el gobierno de la Generalitat de Valencia canceló la Unidad de Emergencia (chiringuito la llamó Vox).

Isabel Olmos

Hasta las ocho de la tarde no hubo una alerta general para pedir a la población que se quedara en casa. Por la mañana, solo unos pocos centros educativos habían cancelado sus clases. Todo era normalidad en la mayoría de las ciudades que anoche ya durmieron cubiertas de barro. Los trabajadores de decenas de polígonos acudieron a trabajar como cada día, sin ninguna instrucción de lo contrario, atravesando las mismas carreteras, vaguadas y caminos y, de hecho, solo fue a media mañana cuando algunas localidades decidieron anular sus actividades a partir de las 15 horas ante lo que podía venir. El resto, insisto, era normalidad. De hecho, la situación se complicaba, las horas pasaban y solo a las 20 horas, cuando el desastre ya se había materializado, sonó una ensordecedora alarma para decirnos lo que ya los medios de comunicación estábamos contando: que salir de casa podía costar la vida.

¿No pudo la Generalitat prever todo esto? ¿Para qué sirven los protocolos municipales anti riadas si cuando viene un fenómeno importante se lo lleva todo por delante? ¿Todos los ayuntamientos cumplen? ¿Es solo un tema ambiental? ¿Es culpa de las infraestructuras? ¿Por qué los protocolos de aviso no se activaron mucho antes? Cada uno tirará por donde le pique, pero lo que no es asumible es que, en pleno siglo XXI, en el año 2024, hayamos vivido exactamente el mismo horror que en 1957 y, además, con la misma ausencia de información institucional. ¿Puede un presidente de la Generalitat no salir a comparecer hasta las 21 horas cuando ya todos los accesos están colapsados, decenas de coches amontonados, dificultad en las comunicaciones y personas atrapadas? ¿Puede?

NO ES SÓLO UNA CATÁSTROFE NATURAL

Manuel Maurín

El agua del Mediterráneo está cada vez más caliente y, como consecuencia, las gotas frías (DANAS) se hacen más frecuentes y más devastadoras. Pero el gobierno valenciano niega el cambio climático y desmantela los servicios públicos de seguimiento y prevención de sus efectos.
Las riadas desbordan los sistemas naturales de drenaje en cuyas riberas (y cauces) se han construido y siguen construyendo viviendas, infraestructuras, polígonos industriales, centros comerciales, etc., con la aquiescencia y promoción directa del mismo gobierno, junto con muchos gobiernos locales.
A pesar de las previsiones meteorológicas y los avisos sobre el carácter extremo que revestiría el fenómeno, las empresas obligan a los empleados a acudir a los centros de trabajo (muchos también en zonas inundables) a los que tienen que ir en automóvil porque el transporte público no es una prioridad para la derecha y la extrema derecha que dirigen la Comunitat. Y las carreteras se convierten en canales que arrastran a los vehículos y las personas sin que las autoridades reaccionen hasta que ya hay poco por hacer.
Lo que veremos ahora serán acusaciones cruzadas entre diferentes administraciones, el uso de las víctimas como arma arrojadiza, condolencias, promesas de ayudas, debates interminables de tertulianos, lutos oficiales… Y cuando las aguas vayan volviendo a su cauce, regresarán los proyectos urbanísticos, las carreteras y los coches, el negacionismo climático y vuelta a empezar.

LEVANTE DdA, XX/5.808

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