Lazarillo
Que el problema de la vivienda es uno de los más graves que soporta este país lo saben, sobre todo, las generaciones crecidas en las últimas décadas, aquellas a las que les va a corresponder el porvenir de España. A un problema de esa magnitud le correspondió ayer una multitudinaria manifestación en Madrid que fue tratada informativamente de un modo manifiestamente manipulador. La Delegación del Gobierno habló de 22.000 y entre los convocantes, según el diario El País, no hubo acuerdo si fueron 400.000, según la federación de asociaciones de vecinos, o 100.000 según el sindicato de inquilinos. Sean cuales sean las cifras y obviando desde luego el dato de la Delegación de Gobierno, que queda refutado por las imágenes, desde el año 2010 a la actualidad se ha pasado del 50 por ciento de jóvenes entre 18 y 34 años que no podían emanciparse al 66 por ciento, habiendo de por medio en ese tiempo un gobierno progresista hace unos años y el que dice serlo al día de hoy. En este ejecutivo, la ministra de Vivienda ha tenido la tontuna desfachatez de apelar a la solidaridad de los propietarios para rebajar la tensión por el precio del alquiler, recurriendo a la excusa de que los gobiernos autonómicos de la derecha se niegan a establecer topes a esos precios. ¿Qué nos quiere decir la ministra, que no votemos en las elecciones generales porque las leyes del gobierno central van a depender de lo que acuerden los gobiernos autonómicos? ¿En tan poco se hace valer ella y el ejecutivo al que pertenece?
DdA, XX/5.796
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