martes, 8 de octubre de 2024

LA REALIDAD DE NEVENKA SIGUE ENTRE NOSOTROS


Félix Población

Habrá quien lo recuerde, y si no ahí esta la película de Icíar Bollaín recientemente estrenada (Soy Nevenka) para que conste en la historia más cercana de este país. A Nevenka Ávarez, concejala del ayuntamiento de Ponferrada, que ganó en los tribunales la condena de su acosador sexual y laboral, el entonces alcalde la localidad Ismael Álvarez, la condenó a su vez la opinión pública, por lo que hubo de abandonar su ciudad y salir de España para encontrar trabajo. Y fuera de España sigue. 

De esta última condena, en Ponferrada y en los medios de comunicación, han quedado flagrantes y vergonzosos testimonios, que el film de Bollaín rescata para bochorno del país que éramos y del que, en parte, seguimos siendo, porque esta magnífica cineasta ha tenido que recurrir a Zamora y no a la propia ciudad en que ocurrieron los hechos hace veinticuatro años para rodar su película. 

A este respecto cabe recordar las masivas manifestación a favor del agresor que se celebraron en Ponferrada, con aquella sucia frase de una de las concurrente gritando "a mi no me acosa nadie si no me dejo", y también el hecho de que el agresor, que hasta entonces era del Partido Popular, se presentó a las siguientes elecciones por un nuevo partido y logró cinco concejales (me pregunto qué será de este individuo hoy en día y cómo estará encajando la película de Bollaín). 

Contaba Icíar, en una entrevista con Pablo Iglesias, que se puso a escribir el guion de Soy Nevenka hace tres años, junto a Isa Campo, cuando todavía no se había aprobado la ley del Sólo sí es sí, y que la aprobación de esta ley supuso la revalorización de una película que centra su mensaje en el acoso sexual y también en el acoso laboral, subrayando el nefasto papel jugado por programas televisivos como el de Ana Rosa, alguna tertulia de María Teresa Campos y al menos un telediario de Urdaci en TVE, todos ellos marcados por un sesgo machista e incluso misógino en contra de la víctima. En el caso de Campos se llegó a contar con la llamada telefónica de una supuesta compañera de colegio de Nevenka, nunca localizada ni comprobada, que aportó la falacia correspondiente para dañar la imagen de la víctima.

¿Qué queda de todo aquello en la España actual? Mucho me temo que, a pesar del éxito que está teniendo el film y las emociones y razones que suscita en los debates allá donde se presenta, seguirá habiendo muchas Nevenkas y muchas Ponferradas entre nosotros. Lo peor es que habrá Nevenkas que no se atreverán a llegar donde llegó esta valiente Nevenka, a quien denunciar su acoso -según sus propias palabras- le salvó la vida.

Toda nuestra gratitud a Icíar Bollaín por haber sabido contar cinematográficamente esta historia sin más dramatización que la de su verdad desnuda, la que su protagonista ha querido que supiéramos para tratar de enmendar la realidad que la hizo posible y que sigue entre nosotros.

DdA, XX/5.792

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