Celso Miranda
Hay "caso Errejón", claro, y tiene muchas perspectivas posibles. Aporto la mía. Yo no conozco a la persona, sí al personaje que encarnó esa persona. Errejón fue utilizado y utilizó su parcela de poder. Fue utilizado por el sistema político mediático para dividir y socavar las posiciones políticas de la organización a la que pertenecía. Fue desleal, por decirlo en términos suaves, porque llamarlo traidor no suena bien a oídos sensibles del progresismo bien pensante. Lo grave aquí es que esa actitud personal, moralmente reprobable desde la perspectiva de la ética política, le reportó recompensas y reconocimientos. Medró políticamente, vaya. No estuvo solo en sus andanzas políticas, no hubiese prosperado sin apoyos en cada encrucijada. Más bien, en cada escalón, vista la verticalidad de su trayectoria pese a los escasos apoyos electorales (recuerden los magros resultados de Más País). Sin límites éticos o de principios en su fulgurante carrera, la utilización de su esfera del poder en todas las parcelas (también en las más íntimas, según parece), era cuestión que se podía inferir. Que paguen los platos rotos quienes, con su praxis política, ayudaron a construir el monstruo, en cada encrucijada, en casa escalón. Sólo sí es sí.
DdA, XX/5.805
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