jueves, 26 de septiembre de 2024

BUBISHER, LIBROS COMO HORIZONTES PARA LOS REFUGIADOS SAHARUIS


El «bubisher» es un pequeño pájaro del desierto, cuya llegada anuncia las buenas noticias. Este pájaro, que soporta las altas temperaturas de la Hamada, tiene una larga tradición oral en el acervo del pueblo saharaui. Nuestro Bubisher, la red de bibliotecas y bibliobuses que pusimos en marcha en 2008, va cargado de libros que abren nuevos horizontes. El proyecto Bubisher se dirige a la población de los campamentos de refugiados saharauis (en los alrededores de Tinduf-Argelia), situados en la parte más inhóspita del desierto del Sáhara.

Desde 1975, los saharauis han defendido el español como un rasgo distintivo de su identidad nacional, y es su segunda lengua oficial después del hassaníaEl proyecto nació del deseo y la necesidad de reforzar y recuperar la enseñanza del español y para ello nos hemos centrado en los siguientes objetivos: llevar libros a los niños y a adultos, fomentar la lectura en las escuelas, crear clubes de lectura, colaborar con los maestros en las escuelas y formar monitores capaces de transmitir a la población joven el deseo de aprender. No hemos descuidado tampoco el apoyo a la formación en árabe gracias a la colaboración de la «Biblioteca Internacional de Suecia», entre otras entidades.

Pero lo que nos mueve ante todo es proporcionar acceso a la cultura y el conocimiento a un pueblo abandonado por la comunidad internacional. Colaboramos en mejorar la formación integral de los niños, potenciamos la interculturalidad y visibilizamos la lucha del pueblo saharaui así como su patrimonio cultural sobre la base del español como lengua común.


Mónica Rodríguez

Miro el cielo y veo las bandadas de pájaros que viajan al sur. Hay una luz dulce de higos, un asombro, las hojas sobre el suelo; es otoño. Todo madura. El horizonte es más distante, las noches más oscuras, las mañanas más leves, dice Emily. Y hay una transparencia en el aire y hay pájaros volando hacia el sur. Pienso en ese sur y llego al desierto. Allí también comienza el otoño, la estación del color, pero en el desierto no hay color. El aire se enfría y todo es ocre y noche y luego otra vez ocre. La luz en los ojos. Jaimas, casas de adobe. En las melfas de las mujeres están los colores. En las mejillas de Leila que camina hacia el Nido, la biblioteca del Bubisher. No hay frutos en la estación de la esperanza en el desierto. No hay castañas ni nueces ni membrillos. Todo es arena en el aire y a veces también una lluvia torrencial y desesperanzada que llega y se va. Queda su destrucción y los charcos y después nada. Pero otoño es la estación del comienzo. Y allí, en los campamentos, empieza el curso, empiezan las visitas del Bubisher y todo se llena de color, de frutos. De bandadas de pájaros que son ideas en las cabezas de los niños, mientras yo alzo la mía y veo pasar estos otros pájaros que anuncian un camino, un nuevo comienzo, la esperanza en los ojos resplandecientes de un niño que abre por primera vez un libro. Y lee.

DdA, XX/5.780

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