No hay nada que objetar al texto que acompaña a esta fotografía, antes bien lo contrario: es de resaltar. Lo que sí cabe decir es que la selección masculina de fútbol, después de haber asombrado al mundo por su juego en los estadios de Alemania -luego de que lo hiciera la femenina al proclamarse campeona del mundo-, tenía la posibilidad también de celebrar su éxito con la misma decencia y dignidad que las mujeres. Haber desaprovechado esa oportunidad y haber hecho lo contrario en el corazón de Madrid, entre una multitud, debería parecernos deplorable, al menos a la mayoría de la ciudadanía. Convendría recordarlo y enmendarlo para la próxima vez, y de paso hacerlo también la sociedad a la que algunos aspiramos contra todos los vientos y mareas del ruido y zafiedad ambientales, con la colaboración estelar de nuestra televisión pública.
DdA, XX/5.713
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