lunes, 22 de julio de 2024

EL BAR TOLEDO DE GIJÓN (CASA DE CITAS), EN HONOR AL "GLORIOSO ALCÁZAR"

 


Félix Población

Desconozco la década en la que se hizo la fotografía (coloreada) de Gijón que acompaña a este artículo*, pero el hecho de que en ella se pueda leer el rótulo del Bar Toledo en uno de los bajos de los edificios frontales que dan al Paseo de Begoña, en uno de los cuales vivía una tía de mi madre, indica que bien podría ser la década de los cuarenta o los cincuenta. Un solo vehículo se aprecia en la calzada y se trata de una bicicleta, por lo que más me inclino por los años de la inmediata posguerra. 

En esos años y siguientes el Bar Toledo era una casa de putas o, si se prefiere, era una bar de alterne que encubría una casa de citas. Con esto no quiero decir que el establecimiento se mostrara a las claras como tal, con sus cortinillas blancas siempre echadas en los escaparates, puesto que el comercio carnal con las mujeres públicas (tal como las denominaba mi pequeño diccionario ITER de la lengua española con más de 20.000 voces) se establecía mediante acceso por la calle trasera, que creo sigue llevando el nombre del avilesino Pedro Menéndez, el Adelantado de la Florida. 

Más de una vez, siendo alumno del vecino Grupo Escolar Jovellanos (hoy Colegio Jovellanos), algún compañero más espabilado que yo en los pecados de la carne con los que nos torturaba la clerecía, me quiso hacer ver esa realidad, sin que yo diera crédito a la historia. Ya de adolescente he de admitir que el citado establecimiento no era ajeno a mi curiosidad, sin imaginar por entonces lo que Luis Miguel Piñera me ha revelado documentalmente como cronista oficial de Gijón, ducho en el manejo de la hemeroteca. 

Es esto que el Bar Toledo, una de las casas de putas más acreditadas de aquella villa en un tiempo en que la represión sexual se ejercía en su máximo rigor merced al celo puesto en ello por el nacional-catolicismo naciente, fue inaugurado el día en que se produjo en Canarias el que los generales felones llamaron alzamiento nacional, pero tres años después, o sea, una vez finalizada la guerra incivil que con su desenlace implantó la dictadura franquista.


Como posiblemente muchos gijoneses y gijonesas desconozcan esta particularidad, dejo constancia del recorte periodístico al efecto que remitió Luis Miguel a mi estimado Álvaro Noguera, a mi requerimiento, perteneciente al diario El Comercio y fechado el 18 de julio de 1939. Si la posible fecha de inauguración, ya es un detalle a considerar, no hay que dejar de subrayar el texto con el que fue redactada la noticia, en la que se da razón de por qué el bar lleva el nombre de la histórica ciudad manchega: 

"En el comienzo del Parque de Begoña -leemos en el diario local- quedó inaugurado desde la noche del sábado último un nuevo Bar que lleva el nombre de la inmortal e imperial Toledo, cuya silueta del alcázar glorioso aparece en relieve en la rica madera que decora todo el local, donde la nota artística y la mayor comodidad resaltan, y donde el servicio no puede ser más perfecto, especializándose en aperitivos". 

Diríase, por el ánimo recordativo y marcial con el que la decoración del local homenajea a los vencedores, que su propietario o propietarios profesaban similar y obligado ideario al del régimen triunfante, más que nada -también- porque promover un negocio en esos oscuros tiempos sólo podían permitírselo quienes habían salido ganadores de aquella atroz masacre, que todavía no había terminado, como dejaron escritos con sus nombres los casi 2.000 republicanos ejecutados tras la ocupación de la ciudad en octubre de 1937.

Ignoro si tras esas líneas de la gacetilla ya se esconde lo que, al menos luego, sí fue una realidad bien conocida en aquella villa, por más que se pretendiera encubrir. Tampoco puedo asegurar si el último párrafo de la información, al referirse a los clientes que se hacen lenguas de la buena instalación, el exquisito trato y la economía en los precios, lo hacen en alusión a lo que ese bar significó en la historia sexual de la ciudad. 

De fama, en este último sentido, si gozó y mucho el Bar Toledo, hasta al menos los años sesenta, sin que sepa decir ahora en qué momento cerró sus puertas, las de delante y las de atrás. 

*La fotografía es de Luis Rueda Lamana y data de 1957.

DdA, XX/5.712

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