miércoles, 26 de junio de 2024

AYER LOS POLÍTICOS DEL PP Y EL PSOE ELIGIERON A SUS JUECES DE CONFIANZA

Leticia Gondi

Se necesitan entre 7 y 10 años para llegar a ser juez o jueza en nuestro país. Esto requiere de un sólido aval familiar que permita al estudiante de turno ya no estudiar, sino hacerlo sin la presión propia a la que está sometida la clase obrera toda vez se alcanza la edad adulta; ni que decir tiene que aún peor lo tienen las clases desfavorecidas [para ese 33% en riesgo de pobreza, terminar la ESO supone en sí un reto].
Si solo estuviésemos hablando de tiempo, ni tan mal, pero es que además, considerando únicamente la fase de preparación para las oposiciones, los y las opositoras desembolsan un mínimo de 25 mil euros de media; a esto súmale los costes inescindibles a la carrera de derecho y los máster en caso de haberlos, que los hay.
No es pues de extrañar que la mayoría de togados lo sean [como en cualquier otra profesión liberal, sea dicho], revalidando la tradición judicial de la familia a la que se pertenece y los apellidos que esta ostenta.
Vale, sí, no todo el mundo en la magistratura presume de raigambre judicial; sin embargo es indudable el poder socializador del grupo al que se pertenece; los lugares que frecuentamos, los círculos de relaciones; las cadenas de influencia; la clase social; el área demográfica y su conectividad; la estadística no falla, a más herramientas más oportunidades.
Por si este dato no fuese lo suficientemente rotundo como para apuntalar mis sospechas [basadas, lo admito, en una serie de fundadísimos prejuicios], únicamente el 8% de los jueces y juezas, y este sí es un dato objetivable, se han adscrito a la única asociación de jueces y juezas progresista del Estado; el resto lo estaría a diversas asociaciones de derecha, de ultraderecha o de las autodenominadas equidistantes [de derecha en el armario].
Todo esto puede hacerte pensar que quizás, y solo quizás, la judicatura española, es decir, el grupo funcionarial con autoridad para aplicar el derecho, juzgar y sentenciar, la voz autorizada desde la experiencia de las élites, la de los apellidos compuestos, tiene un sesgo conservador. Indicios hay unos cuantos y sentencias inexplicables todavía más.
Eso sí, no hables de asimetría o partidismo, ni digas que la judicatura es REACCIONARIA, o que su visión está a eones de la realidad del pueblo y sus peculiaridades. No insinúes, si no quieres ser acusada de agitadora dispuesta a poner en riesgo la democracia, que a veces hasta prevarican; no te atrevas a dejar en entredicho la imparcialidad de estos.
Ayer los POLÍTICOS de las dos formaciones mayoritarias han elegido a sus JUECES «de confianza»; para garantizar —han dicho— la independencia del poder judicial.

DdA, XX/5.690

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