martes, 28 de mayo de 2024

¿TOCA TAMBIÉN MENTIR SOBRE LA PRÓXIMA JEFA DEL ESTADO?

Una vez más resulta recomendable leer el artículo del profesor Monedero en su blog Comiendo tierra, esta vez a propósito de la heredera al trono de España, la princesa de Asturias Leonor de Borbón, y cuyo contenido queda bien explícito en el titular que lo encabeza: Ahora toca mentir sobre Leonor de Borbón. Juan Carlos Monedero sostiene que España tiene derecho a saber si la próxima Jefa del Estado -así como suena- va a ser una aliada con la democracia o si, como su abuelo y antecesores, será una aliada con la reacción. Da muy mala espina, según el articulista, el ocultamiento mediático de la "normalidad" de la citada ciudadana Leonor de Borbón. Suena demasiado a lo que hicieron con su abuelo y hacen con sus padre.  La suerte de los Borbones -recuerda Juan Carlos Monedero a este país que ignora su propia historia- ha solido ir en dirección radicalmente contraria a la del conjunto de los españoles.  Del texto del artículo, que se puede leer completo en el citado blog, destacamos el siguiente fragmento:


El caso es que, habiéndose reconocido que la prensa española no estuvo a la altura con Juan Carlos I de Borbón, me temo que está pasando exactamente lo mismo con Felipe VI, la reina Leticia y, especialmente, con la infanta Leonor. No se trata sólo de fotos retocadas, de comprar las imágenes que existan donde no salga tan agraciada, de maquillar su presencia en lugares menos virtuosos para los cánones de los monárquicos, de no entrevistarla como se podría hacer con otros jóvenes como ella con responsabilidades políticas, de crear patrones idealizados de conducta, de hurtar sus opiniones sobre temas relevantes, sino de que se está volviendo a crear una burbuja de manera que, llegado el caso, la coronación de Leonor de Borbón sea una suerte de tercera o cuarta restauración de la monarquía en España.

Desde el punto de vista de los monárquicos, podría argumentarse que toda esta prudencia mediática tiene como fin crear una imagen de la potencial futura reina como alguien que no moleste a ningún sector en España. Para eso, ¿no sería mejor crear una reina con Inteligencia Artificial y que actuara con algoritmos ligados a la democracia española? Es seguro que saldría mucho más barato.

Pero lo relevante es que España tiene derecho a saber qué piensa cualquier persona que tenga responsabilidades políticas, a tener noticia de cuál es su posición con temas relevantes, saber si va a ser una aliada con la democracia o, como su abuelo, su bisabuelo, su tatarabuelo, su tatatarabuelo, su tatatatarabuela y demás, va a ser una aliada con la reacción y con los enemigos del pueblo. (Y no metemos aquí a su padre, Felipe VI, porque la lechuza de Minerva, decía Hegel, alza su vuelo al anochecer. No hay que olvidar que renunció a la herencia económica de su padre porque provenía de delitos, aunque es algo que, parece, ya lo dan por olvidado. Las respuestas éticas de los Borbones suelen ser circunstanciales). El ocultamiento por parte de los medios de la "normalidad" de la ciudadana Leonor de Borbón da mala espina. Porque suena demasiado a lo que hicieron con su abuelo y hacen con su padre. Una jefatura del Estado que se sostiene sobre el secretismo es una mala jefatura del Estado.

Todo este ocultamiento es propio de democracias demediadas. Da susto que la parte más corrupta del poder judicial sean eminentemente monárquica, da susto que el mando de las Fuerzas Armadas, como puso Cánovas del Castillo en la Constitución de 1876, siga en manos del monarca, da susto que Juan Carlos I sea un corrupto y ahí esté, como si no pasara nada, da susto que el jefe de la oposición, el que veraneaba con un narco, sea profundamente monárquico y que también lo sean los tradicionalistas amantes del franquismo de Vox.

Porque en la Constitución real de la política española, la monarquía está por encima de la Constitución formal. Juan Carlos I le puso el fajín de Capitán General a Felipe VI antes de que lo nombráramos rey en el Parlamento, porque los Borbones nunca han entendido que la monarquía es un depósito de la nación y no un depósito de la historia. Para que un rey Borbón le entregue la continuidad dinástica a otro Borbón no hace falta la Constitución, aunque sí un pueblo educado como súbdito. No es extraño que la extrema derecha, gobernando en Aragón, condecore y ensalce a la infanta como parte de su estrategia de país.

Juan Carlos I nunca juró la Constitución del 78 -esa que adoran los que se llaman constitucionalistas-, sino que juró sobre una Biblia los principios franquistas del Movimiento Nacional. Eso no ha sido problema para que le entregara la continuidad a Felipe VI (a regañadientes, es verdad, y gracias al PSOE), de la misma manera que Felipe VI intentará hacer lo mismo con Leonor, aunque la legitimidad dinástica de los actuales Borbones nazca de un sinvergüenza que quiere tanto a España que no ha dudado en robarla. Nada hay escrito en la historia de España que haga confiar en los Borbones. Todo lo contrario: la suerte de los Borbones ha solido ir en dirección radicalmente contraria a la del conjunto de los españoles.

Aunque el grueso de los medios de comunicación siga mintiendo para que no se note. 

DdA, XX/5656

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