Visto que el diario El País, el de mayor difusión en España, dedica en su edición impresa de ayer hasta seis páginas para prepararnos para una guerra, como si para nada contase el pasado trágico de este continente después de dos guerras mundiales. Visto que hasta su jefa de opinión se permite incluso citar un poema de Louis Aragón contra el fascismo para mantener esa línea editorial como si el fascismo fuera el que la OTAN dictara, no está de más recomendar este libro del profesor Fernando Hernández Delgado, con prólogo de Carlos Taibo, de próxima presentación en Madrid y que esperamos leer en breve. En los tiempos actuales, con los riesgos que para la humanidad comportaría una guerra como la que podría desatarse, es cuando resulta más necesario que nunca una conciencia pacifista internacionalista para la que, me parece, seguimos sin estar preparados porque la conciencia de lo que podría sobrevenir no es la suficiente:
El militarismo ha invocado históricamente el concepto de “guerra justa” para legitimar y reforzar los conflictos bélicos. La guerra de Ucrania o la última ofensiva israelí contra Gaza son sus hitos más recientes, si bien, y desde hace dos décadas al menos, contiendas como las de Yemen, Sudán del Sur, Siria, Libia, Irak o la propia Palestina no han hecho más que confirmar el contexto contemporáneo de “guerra permanente” o “guerra civil global”. El pensamiento militarista ha legitimado las guerras por “causa justa” a partir de dilemas morales absolutos, en un intento por solapar “lo justo” y “lo razonable”. Pero ¿puede haber “guerras justas”? ¿Qué tiene que ver la guerra con la justicia o con la razón?
Frente a un militarismo en ascenso, este libro se propone rastrear los diversos argumentos de la “guerra justa” esgrimidos en Occidente a lo largo de los últimos siglos. Detrás de los pretextos y coartadas morales de toda acción armada, lo que se descubre es una tradición guerrera vinculada estrechamente con prácticas coloniales y patriarcales, en el marco histórico del nacimiento y consolidación de los Estados nación modernos. No escapa a esta mirada una OTAN reforzada como “escudo militar de Occidente” que, en su momento, supo sobrevivir al final de la Guerra Fría gracias al discurso del “intervencionismo humanitario”. A manera de contrapeso, esta obra evoca, en fin, una tradición muy distinta: la genealogía de todas aquellas voces críticas con cualquier llamamiento a la guerra y a la violencia.
DdA, XX/5575
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