Félix Población
Lamento mucho que Miguel Charisteas, el estupendo humorista malagueño especializado en el periodismo satírico que formaba parte de LUH, aquel digital afín a Podemos que marcó el inicio de la experiencia mediática de Pablo Iglesias, no se encuentre actualmente entre quienes forman parte de la redacción o el equipo de colaboradores de Canal Red.
Desconozco las razones de su ausencia, pero los vídeos de Miguel sigue siendo igual de frescos, perspicaces, críticos y ocurrentes que en sus comienzos, y hasta puede que mejores, como se comprueba en esta completísima reseña hemerográfica sobre la personalidad del asesor en jefe de la presidenta de la Comunidad de Madrid, a raíz de sus amenazas y denuestos contra Esther Palomera, la periodista de El Diario que publicó en ese medio las presuntas corrupciones de la pareja de Isabel Díaz Ayuso.
(Por ciento, que el director de este periódico, Nacho Escolar, se indigne por esas intolerables amenazas de Miguel Ángel Rodríguez es de comprender, pero lo sería más si hubiera hecho lo propio con los burdos vídeos mendaces de Ferreras emitidos contra Pablo Iglesias, ante los que otros periodistas dejaron de colaborar en Al rojo vivo, sin que Escolar hiciera lo propio).
Puestos a elegir un espacio con humor en Canal Red, tal como solicitaron sus seguidores y suscriptores no hace mucho, y que me parece que ya se emite, me quedo con Charisteas, al que no ha dejado de ver y escuchar en Youtube junto a más de medio centenar de miles de espectadores. Su Miguel Ángel Rodríguez a la luz humorada de la hemeroteca me parece una pieza notable del periodismo satírico, que tan poca cancha tiene en los medios de este país, quizá por carecer de unos políticos con capacidad para encajarlo.
Somos muchos los que echamos de menos aquellos inolvidables guiñoles de Canal Plus (Las noticias del guiñol) que nadie se ha atrevido a recuperar para que, al menos, en medio de los sucios y cada vez más tabernarios fragores que se viven ahora con el retorno del bipartidismo patrio, podamos echar unas cuantas risas al final de la jornada, tal como ocurría con aquel espacio televisivo que se emitía en el magnífico programa de Pradera y Schwartz (Lo + plus) y que mi hija con muy pocos años llamaba Los muñecones. No nos perdíamos uno.
DdA, XX/5592
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