Cada vez que este Lazarillo ve en la distancia fotografías actuales del viejo palacete de don Ladislao, en la Plaza de Europa de Gijón, corazón de la ciudad, comprueba que el paso del tiempo sigue haciendo mella en un bello edificio abandonado a su suerte sin que el Ayuntamiento de Gijón ni los propietarios del mismo se avengan a evitar tan lamentable espectáculo.
Como escribió Félix Población hace años en este mismo DdA, "el edificio gijonés sigue siendo propiedad privada, al fracasar en 2011 una permuta que el Ayuntamiento quiso plantear a los descendientes de su primer propietario, a fin de que el palacete pasara a propiedad municipal y de eso modo fuera restaurado y habilitado para algún uso público. El coste económico de la operación se cifraba en poco más de dos millones de euros. Pasados ocho años desde entonces, y ante la expectativa de un nuevo consistorio en Gijón con una nueva alcaldesa -lleva tres la ciudad en los últimos decenios-, podría darse por fin la circunstancia de que una construcción como esa, catalogada en la máxima y más restrictiva categoría de conservación, deje de ser posiblemente el edificio que mejor simboliza de manera residual aquella arquitectura tan preciada de las viviendas unifamiliares durante las primeras décadas del siglo pasado, que de modo tan cerril sufrieron los embates de la piqueta en los años del desarrollismo".
También encarecía Población al nuevo consistorio municipal en aquel artículo a que el palacete de la Plaza de Europa, también llamado hotelito de don Ladislao, "deje de ser para los gijoneses de más edad una fantasmagórico y avejentado edificio del pasado, varado en su propio decaimiento en el centro de la ciudad como una postrero símbolo del Gijón que fue. El viejo palacete bien podría convertirse, mediante una cuidada y respetuosa restauración y habilitación, en una suerte de Museo Histórico del que la villa carece, próximo en este caso al magnífico museo del pintor Nicanor Piñole (antigua escuela Asilo Pola), vecino de la plaza, al que tuve oportunidad de entrevistar cuando cumplió un siglo. Sería a buen seguro muy bien recibido por los gijoneses, tan adeptos siempre a la recordación del pasado ciudadano y a los escenarios vividos por las generaciones que les precedieron. No creo que haya en Gijón edificio más indicado para dar continente y contenido a su interesante historia".
Nada ha cambiado desde entonces, con un nuevo gobierno en el municipio. Gijón, que tanto se honra de ser una villa que presta gustosa acogida a sus visitantes y que estos celebran cada vez más como destino turístico, está siendo de una desconsideración rayana en el desprecio con uno de los edificios que representan una de las mejores páginas de su pasado arquitectónico y que milagrosamente sigue en pie, dando con ello la posibilidad de hacer del mismo un magnífico museo que muestre la historia de la ciudad. Muchos de esos visitantes no entienden el lamentable estado que presenta este edificio, parejo al que ofrece otro de viviendas en la misma Plaza de Europa.
DdA, XX/5582
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