Pablo Álvarez Fernández (PAF)
En este país tenemos la nociva costumbre de beatificar a los deportistas de éxito (utilizo el masculino plural porque, vete tú a saber por qué, con ellas no sucede lo mismo sino más bien lo contrario, el linchamiento publico que sufrieron las campeonas del mundo de futbol, especialmente Jenni Hermoso, es un claro ejemplo).
Ganar torneos, campeonatos o cualquier prueba deportiva, es aval suficiente para convertirlos en personajes de culto, su palabra, digan la tonteria que digan, es sagrada y cualquiera que ose cuestionarla se convierte de inmediato en un@ resentid@ que se muere de envidia por no haber podido ganar una Champions League, un Roland Garros o un Dakar. Nada más lejos de la realidad, pero ese es su relato y tampoco voy a perder tiempo con ello.
Todo esto viene a raíz de las últimas declaraciones de Rafael Nadal. A mí, este señor me parece un tenista excepcional y uno de los más grandes de la historia, pero fuera de las pistas lo considero un impresentable que hace que suba el pan cada vez que echa la boca a pastar. Un niño pijo, con un talento inmenso para el deporte, que siempre ha vivido en una burbuja, y aprovecha su fama para apuntalar aún más si cabe las perversiones de la gente de su clase. Da igual que hablemos de borbones que de jeques u oligarcas, donde está esa gentuza, ahí está él para blanquear sus actos y su ideología. Y si se ve apretado en su empeño, bandera, patriotismo, caridad publicitada, aplauso fácil y a seguir.
Nadal, Alonso, Sainz, Figo, Joaquín el del Betis y un largo etcétera, convertidos en referentes por una sociedad cada vez más desclasada.
¿Qué queréis que os diga? Por muy impopular que sea decirlo: NO PUEDO CON ELLOS.
DdA, XX/5.569
5 comentarios:
Amén,alguien q se atreve a hablar claro
Muy claro y muy bien, y muy rotundo, según seudónimo.
Completamente de acuerdo,
Ignacio garcia ardura estoy de acuerdo contigo lo has bordado
Tienes un grave problema de odio, envidia e intolerancia. Ve a un psicólogo, o quizá psiquiatra ya.
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